6ª semana de
Pascua. Miércoles: Jn 16, 12-15
Jesús se estaba despidiendo
de los apóstoles en
¿Y que iba a hacer el
Espíritu Santo? Ya les había dicho que iba a ser su protector o defensor de
todos los ataques del mal. Iba a ser el Consolador. Ahora les dice que va a ser
también el orientador o instructor, pues les va a enseñar toda la verdad. Jesús
había dicho muchas cosas, de las cuales hay una gran constancia en los
evangelios. Pero quedan muchas cosas que se necesitan aclarar más y
profundizar. Para ello no basta la inteligencia humana, sino que es necesaria
la presencia del Espíritu Santo.
La religión o el hecho
religioso no es tan fácil y sencillo como algunos
creen. Sucede a veces que personas que no viven una vida íntima religiosa, sin
saber casi nada, se ponen a hablar de religión. Esto pasa con muchos
periodistas, y también con políticos, que al estar acostumbrados a hablar de
cosas externas, piensan y hablan de cosas religiosas en los mismos términos. En
realidad sólo hablan de circunstancias que se relacionan un poco, muy por encima,
con el hecho religioso. Poco saben de lo que sucede verdaderamente en un alma
que está en contacto íntimo con Dios y de las maravillas que puede hacer el
Espíritu Santo en una persona que es dócil y humilde.
Sin entrar en
profundizaciones podemos decir que hay dos clases de gracias que el Espíritu
Santo suele dar. Unas son para la propia persona, como son los 7 dones. Son
gracias que da a quienes, siendo virtuosos, se dejan llevar por la mano de
Dios. Y ya no actúan sólo al modo humano, sino de manera superior, al modo
divino. Quizá externamente no se distingan mucho de otras personas; pero sus
obras merecen ante Dios una alabanza y premio eterno. Hay otras gracias, que se
llaman carismas, que da el Espíritu a algunas personas. Son gracias, no tanto
para el perfeccionamiento de la persona, sino para el bien de otros. Unos son
más conocidos, otros más sencillos.
Hoy en la 1ª lectura se nos
expone un gran sermón o discurso de san Pablo en la plaza de Atenas. El estaba
acostumbrado a hablar a los israelitas poniendo ejemplos y argumentos sacados
del Ant. Testamento. En Atenas estaba ante gente estudiosa y mundana. El
Espíritu le inspiró una nueva manera de hablar. En la vida de los santos
encontramos multitud de ejemplos en que una persona con pocos conocimientos
humanos, da enseñanzas preciosas al Papa, como el caso de Sta. Catalina de
Siena, o a teólogos, obispos y sacerdotes, como S. Francisco, Sta. Teresa de
Jesús y Teresita, etc. Lo que han hecho estas personas es dejarse llevar por la
gracia del Espíritu. Para ello primeramente tiene uno que vaciarse de
tendencias mundanas, ofrecer a Dios de verdad su inteligencia y corazón y todo
el ser; y entonces está preparado para recibir los dones que Dios quiera darle
para más amar a Dios y servir al prójimo.
Cuando se escucha la
palabra de Dios, unos reciben mucho y otros reciben poco o nada. No depende del
predicador o del libro, sino de las disposiciones del alma. Por eso había personas
que en un momento dado de mucha preparación, una palabra de