Grítenlo desde las azoteas

 

Una inmensa cobardía nos ha secuestrado hoy la profecía, ha acallado las voces todas, y nos ha sumido como ovejas de Pamurgo, en rebaño obediente y sumiso. O se murieron todos los profetas, o los que quedan tienen más prudencia que valentía, más razón y menos sabiduría, más soberbia y menos humildad, más cátedra y menos testimonio. Se nos entregó la luz y la hemos colocado debajo del celemín, se nos ofrecieron las azoteas y nos quedamos en los sótanos.

El  miedo no se vence, se conquista. Ese es el valiente. Claro que nos da miedo. Y mucho. Otra cosa es estar en pie de lucha conociendo nuestras limitaciones, debilidades. Jesús reza para que no “tambalee nuestra fe”, para que  no sucumbamos al miedo, para que tengamos el valor de afrontar las consecuencias al asumir el Reino en nuestras vidas. Asumido como es da miedo. Pero Él mismo tiene  en su Ser la enjundia misteriosa de la “parresia”, la valentía.

El Reino es justicia y es paz y es liberación y es misericordia. Nada fácil. Todo un proyecto que seduce, pero en el camino van quedando los cobardes, quienes delinquen en manos del facilismo,  el inmediatismo, el fanatismo. Todo esto convoca a una acción y convicción permanentes, en continuo proceso de maduración, realización. Jesús mismo nos da dos armas: El testimonio y la fuerza del Espíritu que  nos da la palabra oportuna y la eficacia en medio de nuestra perplejidad.

Ni la luz, ni la Palabra, ni el Reino pueden ser reducidos a meros actos puntuales. No pueden esconderse ni acallarse. Exigen testigos clarividentes, transparentes, coherentes. La Palabra tiene que hacerse Eco que resuene, estalle, se multiplique en gestos y signos repetidos. La luz debe encarnar la realidad global sin quedarse reducida a espacios infinitesimales. Y el Reino es Jesús, el Espíritu de Jesús, sus hechos y palabras, su ejemplo y su cruz y su resurrección. Todo cocido en novedad total, en exigencia comprometida hasta la vida misma.

Cochabamba 25.06.17

jesús e. osorno g. mxy

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