«denles ustedes de comer»
Carta de
monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para la Solemnidad
de Corpus Christi
[18 de junio de
2017]
En este domingo
estamos celebrando la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.
También queremos rezar especialmente y pedir por las necesidades de nuestra
Patria, para que en esta hora de la historia tengamos grandeza de espíritu,
para que todo lo que hagamos esté dirigido especialmente al compromiso con el
bien común. La referencia a la magnanimidad es clave, para cualquier instancia
de diálogo, como instrumento indispensable de toda construcción social,
política y cultural. El 20 de junio rezaremos especialmente para que Dios
bendiga nuestra Patria y podamos desde la magnanimidad, superar todos los
odios, divisiones, resentimientos y podamos construir una Patria de hermanos.
Ese día estaremos reunidos en la Asamblea Diocesana donde como Pueblo de Dios
rezaremos y reflexionaremos sobre la Familia.
En nuestra Diócesis
desde hace algunos años nos hemos dispuesto a celebrar el Corpus Christi, con la relevancia que tiene que tener esta
solemnidad. En los pueblos o ciudades donde hay una sola Parroquia hemos
buscado que haya un momento común de las capillas para celebrar la Misa y
procesión. En Posadas – Garupá estamos celebrando
este domingo la Misa y procesión como en años anteriores. Quiero subrayar que
al celebrar tan festivamente el Corpus, continuamos en la senda de San Roque
González y los misioneros de las reducciones guaraníes hace 400 años en nuestra
tierra colorada. Las comunidades indígenas tenían una gran devoción al Cuerpo y
Sangre del Señor. En aquel entonces mientras se realizaba la procesión, los
indígenas traían sus instrumentos de trabajo, plantas, ramas, animales para que
fueran bendecidos con el Corpus Christi.
Debo agradecer al pueblo de Dios la creciente valoración y la alegría popular
de nuestra liturgia, donde miles de personas adoran al Cuerpo y Sangre del
Señor.
El texto del Evangelio
que leemos este domingo (Jn 6,51-58), nos dice: «Yo
soy el pan bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, el pan
que yo daré es mi carne para la vida del mundo». En la Última Cena el Señor
instituye la Eucaristía y desde aquel momento los cristianos nos reunimos los domingos
para celebrar la Misa: «El primer día de la semana, cuando nos reunimos para
partir el pan…» (Hch 20,7).
La Eucaristía es el
momento culminante del amor, de la donación Pascual de Jesucristo. Es aquello
que expresa la necesidad de vivir en la caridad y sobre todo practicarla. La
comunión del pan y del vino, del Cuerpo y la Sangre, implican que nosotros
formamos un solo cuerpo: «todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo
Cuerpo, porque participamos de ese único pan» (1 Cor 10,17).
Desde la eucaristía Pan de vida y fundamento de comprensión
del amor cristiano, entendemos más profundamente el valor de la vida humana, de
la familia, la justicia, el trabajo como servicio y sobre todo la inclusión de
los más pobres y marginados como claves de todo proyecto cultural y de toda
forma de proyección política, económica y social. El papa Francisco en su
Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium hace
referencia a esta indicación que el Señor realiza a los discípulos: «Denles
ustedes de comer». «La Iglesia ha reconocido que la exigencia de escuchar este
clamor brota de la misma obra liberadora de la gracia en cada uno de nosotros,
por lo cual no se trata de una misión reservada sólo a algunos: La Iglesia,
guiada por el Evangelio de la misericordia y por el amor al hombre, escucha el
clamor por la justicia y quiere responder a él con todas sus fuerzas. En este
marco se comprende el pedido de Jesús a sus discípulos: «¡Denles
ustedes de comer!» (Mc 6,37), lo cual implica tanto la cooperación para
resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo
integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad
ante las miserias muy concretas que encontramos. La palabra solidaridad está un poco desgastada y a
veces se la interpreta mal, pero es mucho más que algunos actos esporádicos de
generosidad. Supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de
comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes
por parte de algunos.» (EG 188)
El pan compartido en
la Eucaristía y celebrado en este domingo del Corpus Christi, nos invita a poner en ejercicio la caridad y
comprometer nuestras opciones cotidianas sabiéndonos responsables del país,
provincia y futuro que debemos construir.
¡Un saludo cercano y
hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas