TIEMPO
ORDINARIO – DOMINGO XII A
(25-junio-2017)
Jorge Humberto Peláez S.J.
Nos
sentimos frágiles y amenazados
ü Lecturas:
o Profeta
Jeremías 20, 10-13
o Carta
de san Pablo a los Romanos 5, 12-15
o Mateo
10, 26-33
ü Las
lecturas de este domingo nos invitan a explorar nuestro mundo interior, en el
que deambulan, como fantasmas, frustraciones, inseguridades, miedos, preocupaciones
respecto al presente y al futuro. ¿Cuáles son aquellos factores que más nos atemorizan?
¿Cómo buscamos protegernos de esos riesgos? Es natural que, a medida que
avanzamos en la vida, estas preocupaciones se agudicen: ¿cómo podré sostener a
mi familia?, ¿conservaré mi trabajo? ¿cómo podré tener una vejez digna? Estos
son algunos ejemplos de las preocupaciones que nos mortifican. Probablemente,
muchas de estas preguntas no aparecen durante la etapa de la juventud, porque
los jóvenes viven en el presente; además se sienten inmortales. Por eso se
burlan de las recomendaciones de los mayores. Creen que a ellos no les pasará
nada.
ü ¿Qué
respuestas damos los seres humanos a estas incertidumbres que nos atemorizan?
¿Cómo buscamos asegurarnos de manera que los sobresaltos del futuro no nos
sorprendan? Cada individuo responde de manera diferente.
o Muchos
piensan, y con razón, que la educación es la mejor herramienta para poder
obtener un buen trabajo y así labrarse un futuro. Una educación de calidad es
el mejor regalo que los padres pueden hacer a sus hijos. Además, es obligación
del Estado ofrecer acceso a la educación, que es un derecho fundamental.
o En
el mundo actual, la afiliación a la seguridad social es un factor determinante
para tener acceso a los bienes básicos en el presente y durante la vejez. La informalidad
de la economía y las trampas de muchos empleadores impiden que la seguridad
social beneficie a muchos más ciudadanos.
o El
fortalecimiento de los vínculos familiares y de amistad es fundamental para compartir
las alegrías y sobrellevar las luchas de la vida. La soledad nos hace terriblemente
vulnerables.
ü Ciertamente,
un buen nivel educativo, estar afiliados a la seguridad social, adquirir
pólizas de seguro y tener fuertes vínculos sociales nos fortalecen y nos dan
herramientas para hacerle frente a la vida. Pero, ¿serán suficientes para enfrentar
las más profundas incertidumbres de la vida? Las lecturas de este domingo
iluminan este laberinto interior donde deambulan temores e inseguridades.
ü Leamos
al profeta Jeremías. Se encuentra en una situación muy difícil porque hay una
conspiración contra él; aun sus más cercanos amigos lo han abandonado. “Todos
los que eran mis amigos expiaban mis pasos, esperaban que tropezara y me
cayera, diciendo: Si se tropieza y se cae, lo venceremos y podremos vengarnos
de él”.
ü En
vez de hundirse en la desesperación, el profeta, profundo creyente, encuentra
su seguridad en Dios: “El Señor, guerrero poderoso, está a mi lado; por eso mis
perseguidores caerán por tierra y no podrán conmigo; quedarán avergonzados de
su fracaso, y su ignominia será eterna e inolvidable”.
ü Los
afectos humanos son frágiles; fácilmente pasamos de una estrecha camaradería a
la indiferencia, pues surgen otras preocupaciones que nos desconectan de los
amigos. Pero la relación con Dios no está sometida a estos altibajos. Dios es
el siempre-fiel. Su amor no está sometido a los cálculos interesados. Por más
hondo que hayamos caído, la misericordia de Dios no nos abandona. Esta
convicción aparece con mucha frecuencia en los Salmos, donde el autor sagrado
encuentra la mano tendida de Dios en medio de las peores turbulencias.
ü En
el texto del evangelista Mateo encontramos unas enseñanzas de Jesús para fortalecer el ánimo de sus discípulos
que estaban atemorizados por la agresividad creciente de los enemigos de Jesús:
“No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma.
Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar del castigo el alma y el
cuerpo”. Estas palabras de Jesús invitan a identificar dónde está el verdadero
peligro y cuál es el enemigo que mayor daño nos puede causar.
ü Luego
de este llamado a la sensatez, da una hermosa lección sobre la actuación de la
divina Providencia, y para ello utiliza dos sencillas imágenes: la de los pájaros
del campo (“ni uno solo de ellos cae por tierra si no se lo permite el Padre”)
y la de los cabellos (“en cuanto a ustedes, hasta los cabellos de la cabeza
están contados; por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más
que todos los pájaros del mundo”).
ü ¿A
qué conclusiones nos conducen estos dos textos de Jeremías y del evangelista Mateo?
Los seres humanos somos conscientes de nuestras fragilidades. La salud física y
la estabilidad emocional dependen de infinidad de variables que no contralamos.
Es natural, entonces, que nos sintamos inseguros, amenazados, con hondas
preocupaciones sobre el presente y el futuro. Es responsabilidad nuestra poner
todos los medios a nuestro alcance para prevenir los males y mitigar los daños.
Pero esto no nos puede inducir a error. La salud se disfruta y se pierde; el
dinero se gana y se gasta; los amigos fluctúan. El único que siempre permanece
es el Señor. Su Providencia no nos desampara. No es que el Señor se aleje de nosotros;
somos nosotros los que nos alejamos de Él. El profeta Jeremías sabía que, con
la ayuda del Señor, podría enfrentar a sus enemigos y superar obstáculos que parecían
insalvables.