Quienes
siembran Cizaña1
Jesús
nos aproxima a una solución simple pero contundente sobre esta realidad:
Tenemos qué prescindir de ser Jueces y aceptar la convivencia con todas
nuestras limitaciones, diferencias, tolerancias. Aceptar a la otra persona si
no mejor, al menos igual. Aceptar que el bien y el mal pueden coexistir y que
la perfección nuestra queda lejos cuando miramos a nuestro alrededor y
comprobamos las virtualidades de los demás.
Jesús
da otro paso: El bien y el mal conviven en nuestras vidas, sistemas,
realidades. Querer separarlos radicalmente constituye la destrucción de ambos.
Dejarlos crecer juntos permite, en su momento, la cosecha y cada uno podrá
distinguirse por sus frutos. Quienes siembran la cizaña lo hacen en la
oscuridad. Son hijos de las tinieblas. El bien en cambio, lleva en su propia
identidad, la claridad, el fuego apasionado, la luz del día.
Cochabamba 23.07.17
jesús
e. osorno g. mxy