13ª semana del tiempo
ordinario. Miércoles: Mt 8, 28-34
Este suceso ciertamente es
un poco asombroso y digno de ser explicado. Hay autores que, al considerar que
el lenguaje oriental se basa más en parábolas y símbolos, ven en algunos hechos
de Jesús mucho de simbolismo o como si fuesen parábolas vivientes. Mucho de
esto parece que tiene este suceso. Para comenzar diremos que, mientras Mateo
habla de dos endemoniados, Marcos y Lucas hablan de uno sólo. Es posible que
san Mateo, cuyo evangelio dirige a los judíos, al hablar más con mentalidad
judía, piensa que algunos hechos importantes deben ser ratificados por dos
testigos, como decían sus leyes. Por eso también pone dos ciegos en Jericó.
Se trata de la región de
los Gadarenos. Marcos habla de Gerasenos
y Lucas de Gergesenos. Para los evangelistas lo
importante es el mensaje, sin atender tanto a pequeños detalles de lugares o
nombres. Sin embargo es importante para ellos el significado simbólico para
sacar la enseñanza. Recalca el evangelio la postración social de aquellos dos
hombres. Para una mentalidad judía no podía haber mayor postración que el vivir
en un cementerio, con lo cual estaban totalmente impuros por el contacto
continuo con los muertos. Además endemoniados por demonios que serían peor que
cerdos. Son como representantes de los más oprimidos de la humanidad. Viven en
condiciones inhumanas en oposición a la sociedad. Allí podemos decir que se
encontró la mayor miseria con la mayor misericordia, la de Jesús.
Por causa de estos endemoniados
la gente ya no podía pasar por aquel camino. Esto es como impedir a la
humanidad que realice su destino. Esto es lo que quiere hacer la fuerza del mal
representada en el demonio. Estos gritan a Jesús porque reconocen su poder.
Hasta le llaman “Hijo de Dios”. Debemos anotar que Jesús está en la otra orilla
del río Jordán, donde sus habitantes no son judíos sino paganos. Estas
expresiones y sus pensamientos están según la mentalidad pagana. Acostumbrados
como están los endemoniados a ver en todos la hostilidad,
creen que Jesús es un adversario, aunque en el fondo le reconocen una dignidad
y esperan una liberación.
Le piden los demonios que
les envíe a los cerdos, y Jesús accede a ello. Esto entra dentro de una
mentalidad judía sobre que los demonios no pueden estar en el aire, sino
metidos en algo material. El hecho es que todos aquellos cerdos se arrojan por
el acantilado y se ahogan en el lago. Para la mentalidad judía era algo lógico
y sin gran importancia, pues toda esa multitud de cerdos no valía nada. Ello
nos indica también que estamos en terreno pagano, pues los judíos no podían
criar cerdos. Pensando en los símbolos, también sabemos que para muchos judíos
una piara de cerdos era como una representación de los romanos que dominaban a
los judíos. Por lo tanto ello representaba la ruina de los opresores. Jesús
hace para los discípulos una especie de catequesis al mostrar que el mal será
tragado por el mar. Algo así como en el Apocalipsis se habla de
Otra cosa distinta sucedió
con los habitantes del lugar. Ellos pensaban más en lo terreno y material; y
cuando vieron lo sucedido, dijeron a Jesús que se marchara de su territorio.
Fue como un fracaso para Jesús y un toque de atención para nosotros. Para Jesús
le había sido mucho más fácil echar a los demonios que convencer a la gente. La
conclusión de Jesús era clara: Vale más la vida de una persona que todos los
bienes materiales. Para aquella gente valían más los animales que las personas.
No nos dice qué fue de
aquellos dos hombres sanados. San Marcos sí nos dice que el que había sido
sanado pidió a Jesús seguirle, pero Jesús le recomendó que proclamase entre los
suyos la misericordia de Dios. Hoy Jesús continúa su lucha contra el mal que
existe en el mundo y que muchas veces está dentro de nosotros. Él respeta
nuestra libertad. Nosotros no dejemos de invocarle para que nos libre de todo
mal, como cuando rezamos con fe el “padrenuestro”.