14ª semana del tiempo
ordinario. Miércoles: Mt 10, 1-7
Jesús había escogido a sus
doce apóstoles entre bastantes discípulos que le seguían continuamente. Ahora
les va a dar una misión especial. Por eso les llama, como formando un grupo
específico, que, al mismo tiempo que tendrían una mayor responsabilidad,
también iban a tener unos poderes especiales para arrojar el mal y consolidar
el bien. Este grupo es de doce. Los evangelistas lo expresan con mucho
énfasis por algo que para ellos tenía mucha importancia. Jesús y los que
estaban con él se habían formado en el pueblo elegido por Dios para ser
instrumento de salvación. Para ello externamente estaban divididos en doce
tribus. Por eso este número doce era algo sagrado. Jesús respetaba siempre las
cosas buenas de su pueblo.
Ahora iba a formar otro
“pueblo de Dios”, que se iba a componer de todas las razas. Al señalar a los
primeros que iban a tener la responsabilidad de ir por el mundo a predicar la
palabra de Dios, pensó en el mismo número de doce. Ahora iban a comenzar una
especie de ensayo de predicación. No irían con sus propias fuerzas, sino que
recibieron un poder para arrojar espíritus inmundos y sanar enfermedades.
“Espíritus inmundos” era
una expresión para significar demonios. Estos eran expresión de muchos males
materiales, pero sobre todo de los males espirituales. Podíamos decir que
demonios se podían llamar a las ideologías materiales que se oponían al
espíritu del Evangelio. Demonios se podían llamar a las mentalidades que inducen
a la violencia y el egoísmo. En nuestro siglo hay nuevos demonios que nos
inducen hacia el vicio y el mal. A veces hay que buscarlos para poderles
vencer.
El evangelio nombra a los
doce apóstoles. Es la única vez en Mateo que se les llama apóstoles, ya que
otras veces se les llama discípulos o simplemente: los Doce. Ahora se les llama
apóstoles porque Jesús les está enviando, dando una misión. Esto es lo que
significa apóstol: el enviado. Dios, al darnos una misión, lo hace de una
manera personalizada. Dios nos llama por nuestro nombre, a cada uno en
particular, además de hacer llamadas en común. En la lista, como en otros
evangelistas, pone en primer lugar a Pedro. Le llama con su nombre familiar de
Simón, al que añade el nombre de Pedro, que es el que Jesús le puso para ser
piedra fundamental en
Va a comenzar en el
evangelio una serie larga de recomendaciones para una buena predicación. Hoy
nos trae las dos primeras. En primer lugar les dice que su misión tiene unos
límites restringidos. No deben salir de Israel. Ya llegará un día en que les
mande ir por todo el mundo. Quizá en ese momento no entendían que el mensaje de
Jesús comprendía un carácter universal. También les costó mucho a algunos de la
primitiva comunidad cristiana comprender que el Evangelio era para todo el
mundo. Les dice que se dediquen sobre todo a las “ovejas perdidas” de Israel.
Desgraciadamente Jesús constataba que los maestros de
Y les recomendó que
predicasen que se acercaba el Reino de Dios. Era lo que desde el principio
proclamaba el mismo Jesús. Un reino de Dios que era muy diferente de lo que
pensaban muchos israelitas que añoraban el reino de David pensando en las
espadas y armas. El Reino anunciado por Jesús, y que debían predicar los
apóstoles, debía ser un reino de paz, de justicia y sobre todo de amor. Los
apóstoles formaban una unidad, el “colegio apostólico”. Hoy también lo forman
sus sucesores que son el Papa con los obispos. Ellos forman un grupo misionero,
pues toda