DOMINGO XVII   (A)  (Mateo, 13, 44-52)

La consecución del Reino de los Cielos, vale la pena todos los sacrificios

 

- El objetivo que se propone Jesús a través de estas parábolas es, tratar de hacernos comprender que, el descubrimiento de Dios y de su plan amoroso, vale la pena todos los esfuerzos y todos los sacrificios. Y para acercar esta realidad sobrenatural al alcance de sus oyentes, Jesús, se pone a la altura de ellos y con imágenes que entraban en su jerarquía de valores, (el tesoro escondido, la perla preciosa…,), trata de transmitirles los valores del Reino.

 

1º) Dios: tesoro escondido.-

 

 “El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo…” A un pobre hombre que, inesperadamente, descubriera un gran tesoro, ¡le cambia la vida! ¡Le cambia incluso la personal jerarquía de valores que había tenido, hasta entonces, de sus bienes! ¡Desde ese momento, todo lo suyo se relativiza y ya no le importa liquidar todo lo que hasta ahora había tenido por más preciado, con tal de adquirir aquel gran tesoro!

- Y ese fantástico descubrimiento que hace el hombre de la Parábola, - viene a decir Jesús - es el que le ocurrirá a quien haya ido por la vida con su pobre visión de las cosas y su raquítica jerarquía de valores cuando, por la luz de la Fe que nos aporta Cristo, descubra el Verdadero Tesoro por el que verdaderamente vale la pena liquidarlo todo.

- Mientras llega ese momento, al hombre le puede suceder aquello que presagia la proverbial frase: “que los árboles no le dejen ver el bosque” porque, obnubilados por lo placentero, por lo inmediato…, se encuentra incapacitado para descubrir, la CAUSA PRIMERA de todos los bienes, al Tesoro escondido, lo Trascendente, ¡a Dios en definitiva! por cuya posesión sí que vale la pena “liquidarlo” todo.

 

2º) “La perla fina”.-

 

- Con esta segunda alegoría de la “perla fina”, (quizás más apropiada para la sensibilidad femenina) parece como si Jesús quisiera que su mensaje calara también en la mentalidad de las mujeres que le escuchaban.

-  En cualquier caso, igualmente  que con el tesoro escondido, el Señor nos quiere alertar para que vayamos por la vida como “inteligentes mercaderes”, sabiendo distinguir el “oro” del “oropel”, dejándonos guiar siempre por El, que es “el Gran Mercader de perlas finas”.       >>>>>>

                                                                      

 

 

 

- En estos momentos que nos ha tocado vivir, en los que, lamentablemente, percibimos tan activos a los poderes del mal, que parece como si quisieran estigmatizar todo lo trascendente, en definitiva, borrar a Dios de la vida de los hombres, Jesús, a través de sus alegorías,  nos previene contra esos engañosos “cantos de sirena” proclamando que, sólo en su Persona, en su Palabra y en sus Promesas, tenemos garantizado el Tesoro de la felicidad a la que aspira nuestro corazón.

 

- Como réplica a esos diabólicos intentos que percibimos, proclamemos nosotros esa supremacía de nuestro Dios y Creador sobre todo lo creado, con estas palabras que recoge la Sagrada Escritura:

 

“Tuya es, oh Dios, la magnificencia, tuyo el poder y la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que hay en el cielo y en la tierra son tuyas”. (1 Crónicas, 19: 12-12)

                                                                                                    Guillermo Soto