DOMINGO 17 ORDINARIO, CICLO A

PARA EL ÚLTIMO VIAJE, NO ES MENESTER EQUIPAJE

La bondad y el cariño de nuestro Padre Dios nos regala este dia con tres de las parábolas más significativas del mensaje de Jesús.   Con un colorido propio, nos habla de tres situaciones, que entre todas vienen a decirnos  que Cristo es el tesoro, lo más valioso que podemos tener en esta vida que se nos dio gratuitamente. No le dimos nada al Señor para que nos trajera a la existencia, y él será el que le dé sentido a nuestra vida. Dicen, efectivamente que nuestra época le ha dado al hombre riqueza, comodidad y placeres como no hubo otra en la historia, pero el hombre ha perdido el rumbo de su existencia, no sabe por qué y para qué vive. Alguien más decía que nuestra sociedad nos lo  ha dado todo, menos una razón para vivir y así tenemos que descubrir a Cristo Jesús, que hace presente entre nosotros el Reino de Dios, lo único que devolverá la vida, la salud y la paz al hombre de hoy que vive entre desajustes psicológicos, trastornos de personalidad y lo que es más grave todavía, con tendencia al suicidio, como puerta de salida a una situación con la que  pretende librarse de la situación actual.

En la primera parábola, Cristo habla de una persona que encontró un tesoro, pero como estaba en terreno ajeno, lo volvió esconder, y fue a vender cuanto tenía  y compró el campo. Sus familiares se burlaban  de él, porqué comprar ese campo que no produce, que nadie lo quiere, que te va a dar problemas posteriores, pero él se empeñó, lo compró y pudo disfrutar así del tesoro escondido. Y es que a todo le hemos puesto precio y lo que no lo tiene, consideramos despreciable, pero no caemos en la cuenta que el tesoro de Cristo, de su Reino, no tiene precio, pero es lo más valioso que podemos adquirir.

Otro ejemplo semejando es el de un comerciante en perlas finas, que al encontrar una de gran valor, también empeñó cuanto tenía, para poder disfrutar de ella.  Pero tenemos que ser precavidos, pues habrá que ver efectivamente en qué ponemos nuestro corazón, no sea que caigamos en el error de que las cosas materiales pueden darte la alegría y la paz, que definitivamente no está en ellas. Es Cristo Jesús, es la Eucaristía, es Jesús en la Sagrario, que da fuerza, vigor y entusiasmo para continuar airosamente con nuestra vida.

El último cuentecito de Cristo nos ofrece la vista que se produce cada mañana y es todo un espectáculo, cuando los pescadores llegan, después de una noche de desvelos, con su preciosa carga que depositan en la playa, y comienzan a separar los peces buenos de los manos. Los primeros son puestos aparte, y los malos son echados al vuelo y las aves ya están listas para alimentarse a su costa. Cristo mismo hace la aplicación al decirnos que lo mismo sucederá al final de los tiempos, los ángeles vendrán y separarán a los hombres buenos de los malos, quedando éstos últimos en situación tremendamente embarazosa. Y tenemos que notar a toda costa que la idea de cristo no es meter miedo a nadie, ni amenazas de condenación, sino su deseo de que cambiando de vida, cada ser humano pueda ser digno de entrar definitivamente en el Reino de los cielos. Ese es deseo de Cristo, que todos los hombres, al final de los tiempos, puedan vivir acompañados de él y en la presencia del Padre por toda la eternidad. Al final de nuestra consideración, habría que leer, comentar y meditar el Salmo 118 que en su parte medular nos dice: “Señor, tus preceptos y tus enseñanzas  para mí valen más que miles de monedas de oro y plata…Señor que tu amor me consuele, conforma a las promesas que me has hecho…la explicación de tu palabra da luz y entendimiento a los sencillos”.

El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera tus comentarios en alberami@prodigy.net.mx