D O M I N G O XXI
(A)
Porque te confieso “el hijo de
Dios vivo”, eres también el fundamento de mi Fe. |
- El Evangelio de hoy, con
aquel cambio de nombre: “tú eres piedra”, además de dejarnos constancia
de la “constitución jerárquica de
¿Quien dicen los
hombres que soy yo?
de cuya acertada respuesta, sobre el verdadero
concepto que tengamos de su Persona y de lo que El ha de significar en nuestra vida
cristiana, va a depender, el que seamos o no legítimos seguidores suyos.
- Si hoy hiciéramos una macro-encuesta
al uso, preguntando a la gente, ¿quien es Cristo para ti?, muy
posiblemente, desde las solas luces de la
razón, podríamos escuchar respuestas, más o menos, parecidas a estas: Un
líder, un gran personaje del pasado, un revolucionario de su tiempo, un hombre
de vida y doctrina sublimes.....
- Sin las luces divinas, que
asistieron a Pedro, (“Eso no te lo ha revelado
nadie de carne y hueso, sino mi Padre”, le dice Jesús), estas o parecidas serían las respuestas que podríamos escuchar. Pero,
a ese gran porcentaje de encuestados, ¡se les escaparía, lo más importante, lo más
esencial de su Persona! Que Cristo es, sobre todo, ¡el Hijo de Dios vivo!
- Y esta es la respuesta que,
gracias a la revelación de Dios y las luces de
- Cristo es, el Hijo de Dios.
- Cristo es, nuestro Salvador y Redentor.
- Cristo es, nuestro Camino, Verdad y Vida.
- Y desde esta perspectiva de
¿Quien soy yo para tí?
¿Influye
mi Persona en los actos de tu vida?
¿Que
lugar ocupo yo en tu escala de valores, en tus amores?
¿Eres cristiano
sólo por el Bautismo, o sólo en algunos momentos del día o de la semana?
Que lo sepas: para que tu Fe no sea una
pantomima, Yo debo ser siempre para tí:
- El
Hijo de Dios vivo.
- Y por
eso debo ser: tu Camino, Verdad y Vida.
Guillermo Soto