XXIV
DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO< CICLO A.
PERDÓN,
AMOR Y JUSTICIA
Padre
Pedrojosé Ynaraja
1.- Os recuerdo, mis
queridos jóvenes lectores, que siempre el sentido de la segunda lectura de la
misa, no es de significado entrometido, respecto a las otras dos. Con
frecuencia del Antiguo Testamento es la primera, evangélico siempre la tercera.
No es de significado intruso, sino diferente. En el caso de este domingo, su
extensión es minúscula, solo ocupa cuatro líneas. Pero el mensaje es profundo e
impresionante. Pablo no dice que quiere realizarse, como tanto se oye desear
hoy, o que vislumbra buenas salidas profesionales como tanto se ansía. Ninguno
vive para sí. Vivimos y morimos de acuerdo con la vocación que se nos ofrece.
Debemos vivir para el Señor, porque Él vivió y murió por nosotros antes de que
naciéramos. Eso es todo.
2.- ¿Somos emprendedores
o fieles seguidores a la llamada del Maestro? Frecuentemente se me aconseja o
se me propone a mí, modos de vida que son ciertamente apetecibles, contesto que
no es mi vocación. No hay manera, eso de vocación no está en su vocabulario.
Pertenece a otro idioma, más importante que el inglés, pero desconocido para la
mayoría de la gente. Y remacho el clavo, las llamadas de Dios nunca proponen
anularse, serle fiel es asegurarse el triunfo eterno.
3.- El libro del
Eclesiástico pertenece a los del género sapiencial. El texto de hoy ofrece
sensatos consejos, propios de un viejo experimentado. Os aconsejo, mis queridos
jóvenes lectores, que, si sois capaces, lo leáis con atención, imaginando que
os la dirige vuestro abuelo, o vuestro padre que puede ser consciente de que su
vida se está acabando y quiere regalar buenas orientaciones para la vida.
4.- El texto evangélico
ofrece una enseñanza mediante una parábola muy expresiva. Mucho más para los
oyentes directos que para la gente de hoy, de aquí que crea debo daros alguna
explicación. Se hace alusión a dos monedas. En la primera parte del texto se
nombra el talento. No se trata exactamente de una moneda. El talento era un
peso, o una masa, de aproximadamente 27 kg de hoy. Es decir, en un platillo de
la balanza se ponía la pieza y en el otro se iba poniendo la materia de la que
se trataba. Os confío que solo he visto un talento. Se trataba de un bloque de
piedra, sin ninguna característica especial, que un buen monje montserratino, P
Ubach, encontró en tierras orientales y se la trajo
para que al verla en el museo de su monasterio, pudiéramos hacernos una idea de
lo que representaba en las transacciones comerciales de la época. Consultad el
precio de la plata y traducirlo a la moneda que uséis habitualmente. Siempre diez
mil por 27, es decir 270 000 kg de oro o plata, siempre, será una fortuna
inmensa, una deuda insoportable. Es lo que debía el malhadado protagonista al
amo.
5.- El denario esta sí
era moneda acuñada. Su valor era el que le atribuía el momento. Su peso
aproximado algo menos de 5 gr de plata, pero, por lo que sabemos por otra
parábola, podía corresponder al jornal diario de un obrero no cualificado. Cien
denarios, pues, multiplicad por cien el jornal base que marcan los gobiernos y
aceptan los sindicatos, y veréis que no es una enormidad, ni mucho menos. El
Maestro se expresaba así. Vuestro examen os lo deberéis hacer a vosotros
mismos, buscando otras imágenes.
6.- Estos días el Papa
por la Colombia que visita habla y escucha palabras de perdón. En el país se
firmó la paz. La paz cívica, la que rubrican los políticos. Los testigos que se
dirigen a él, le hablan de paz interior, que en su vida personal no abrigaban.
Perdonar no es olvidar. Uno puede acordarse siempre de una ofensa y por más que
quiera borrarla de su memoria, no conseguirlo. Lo importante no es desvanecer,
lo fundamental es amar y obrar con cariño incluso con aquellos que han podido
ofenderte.
No han escondido los
colombianos su pecado, ni el Papa ha ignorado la historia de estos últimos cincuenta
años de guerra. Estaba siempre presente en la mente de todos. Amor, paz, perdón
y Fe. El testimonio que nos han dado de sus deseos, debemos recogerlo,
aprenderlo y ponerlo en práctica nosotros.