La medida del perdón

 

Se nos va volviendo una utopía aquello de un mundo reconciliado, sanado, perdonado, pacificado. Hay demasiada violencia acumulada en nuestros corazones. Y es porque hay muchos intereses cultivados en pequeños grupos o familiares, o políticos, o mafiosos, o sociales. Cuando menciono estos grupos, hablo de élites que han ido construyendo un poder económico sobre el dolor y el despojo total de sus víctimas.

Tu vida, mi vida es igual a nuestro amor, a nuestro corazón. ¿Y si el corazón está vacío y solo hay basura, intereses tan mezquinos, venganzas acumuladas, rencores y envidias detonadas de mil formas? Entonces no queda si no la lucha fratricida, el triunfo del más fuerte dejando la razón a merced de interpretaciones demagógicas. Desaparece el Ser humano como sujeto de responsabilidades, como ente social de relaciones, de convivencia.

Jesús nos invita a ser constructores de nueva humanidad desde el perdón, la reconciliación. Entendemos que no es nada fácil. Que implica violentarnos a nosotros mismos primero tratando de sanar hasta las raíces mismas de nuestra debilidad congénita y abrirnos con respecto y veneración a quien hemos ofendido o de quien hemos recibido ofensa. No importa el ofendido o el ofensor. Lo que importa es la conversión de corazón de ambos.

Que no es fácil este proceso, lo vemos en Pedro. Él quería perdonar  solamente unas cuantas veces. Jesús le pone una cifra ilimitada, es decir, hay que perdonar siempre. Eso lo va indicando la anchura del corazón, su ritmo, su pasión por la vida en armonía y en reconciliación que supera apegos a lo accidental, periférico, ¡minucias! La medida del amor es un amor sin medida, es decir, cercano al corazón de Dios.

Cochabamba 17.09.17

jesús e. osorno g. mxy

jesus.osornog@gmail.com