Aplazados
en la escuela del discipulado
La
vida es ciencia, habilidad, arte, sentido común. Sobre todo, es don. La
recibimos. Nos toca administrarla, cultivarla, defenderla. Tenemos que hacerla
crecer, madurar. Es tarea pendiente que tenemos que evaluar permanentemente… Es
escuela en donde cualificamos responsabilidades, visualizamos la calidez
humana, cultivamos los valores, ampliamos los horizontes de nuestras relaciones
y asumimos nuestro rol en el mundo universo.
El
alumnado en las escuelas no siempre rinde igual. Los hay brillantes, buenos,
medianos, mediocres y algunos peores. Lo terrible es que la pedagogía aplicada
nos trata a todos/as por igual. Todo se ha vuelto masivo, rentable, elitista.
Los exámenes seleccionan y sirven para tamizar, cercenar y descalificar. Todo
sistema educativo responde a ideologías de turno. Y muchos se van quedando en
el camino sin posibilidad alguna de superación.
Jesús
tiene su propia escuela. Es el Maestro. El alumnado lo componemos quienes hemos
sido bautizados y hemos optado por Seguirle. La primera escuela fue la de los
Apóstoles. Poco a poco se han ido sumando gentes nuevas, culturas, razas,
nacionalidades diferentes. Las lecciones son las de la vida, la humanización,
la opción por el Otro/a. La meta sería el Reinado de Dios evidenciado en una
fraternidad universal en justicia, equidad y paz.
Pedro
es alumno descollado como miembro fundador. Sigue a Jesús. En alguna lección
que daba el Maestro, tuvo una respuesta singular: “Tú eres el Mesías”. Y esto
le mereció elogios destacados. Pero luego interrumpe una clase que daba el
Maestro, tratando de disuadirlo de su camino hacia la Cruz. Pedro es rechazado
en público y queda aplazado. Para su re-integración tendrá que pasar el examen
sobre el amor. Sólo así nos reivindicamos
en esta escuela.
Cochabamba 03.09.17
jesús
e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com