Reivindicar la imaginación

 

Estamos llamados a recrear, reinventar, transformar nuestra realidad, nuestro presente. Hasta el pecado es muchas veces un principio de re/invención. La rutina nos cansa, nos aburre, nos hace hijos del bostezo. Entonces viene la rebelión. Ya no miramos atrás, sino que  nos apropiamos del futuro. No lo queremos igual a lo que hemos sufrido o padecido. Apelamos a la imaginación y nos dejamos llevar en alas de sueños, la fantasía de la vida…

Isaías nos invita a reinventar la sorpresa en  nuestras vidas. Dejarnos sorprender. Abrir espacios al estupor, aprender a abrir los ojos y dejarnos inundar de maravillas. Según el profeta, Dios prepara un festín suculento con vinos y manjares exquisitos. Se borrarán del rostro humano los signos de su dolor, se secarán lágrimas y desaparecerán las huellas del cansancio, de la desesperación. Comenzará una fiesta sin término.

En la reciente visita del Papa Francisco a Colombia, el día siete de Septiembre, año 2017, tuvo un encuentro con los jóvenes en la plaza Bolívar de Bogotá. Allí los fue apalabrando sobre el intercambio que debemos hacer los jóvenes y los mayores, la urgencia de entender la importancia de cada ser humano, la necesidad de asumir un vuelo alto, soñar a lo grande y cuidarse del “chiquitaje”, aquello que nos empequeñece y amilana.

Jesús tiende manteles para una humanidad sin distingos ni exclusiones. No hay excusas ni justificaciones para desatender la invitación. Queda abierta para gentes de todos los caminos, de todas las condiciones. Sólo se cerrará la puerta cuando el ambiente esté colmado. Dios es imaginación y sueña así: Una humanidad renovada, saciada, colmada. Una mesa a la cual llegan de todas las culturas y razas y religiones. Mesa servida por la esperanza de la nueva creación.

Cochabamba 15.10.17

jesús e. osorno g. mxy

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