28ª semana del tiempo ordinario.
Domingo A: Mt 22, 1-14
Varias veces Jesús, para
enseñarnos en qué consiste el Reino de Dios, lo compara a un banquete. En la
parábola de hoy lo asemeja nada menos que a un banquete de la boda del hijo de
un rey. Un banquete no es sólo para satisfacer las ganas de comer o beber, sino
que es una reunión amistosa para compartir la alegría y los sucesos felices
sintiéndose la unidad. En esto se
diferencia de la vida normal donde unos tienen más a costa de otros. La primera
consideración que quisiera hacer es que Jesús con estas comparaciones nos
quiere decir que el Reino de Dios es algo muy hermoso donde hay mucha alegría.
De hecho no se identifica el Reino de Dios con
El hecho es que el Reino de
Dios es algo que da la verdadera felicidad. Se ha criticado mucho a la religión
como que se opone a la felicidad del ser humano. Pero no es así, ni en teoría
ni en la práctica. A veces puede inducir algo los caminos que algunos emplean
dentro de la religión para querer conseguir el Reino. Suele haber mucha
ignorancia de la vida de las personas que viven plenamente su fe, ya que es una
vida que suele “ir por dentro”. A veces hay diferencia entre el aspecto externo
y la alegría que está en lo interno de las personas. Pero hay alegría cuando
uno sabe por qué está en la vida, cuál es su sentido y se siente lleno del amor
de Dios, que se va manifestando en el servicio a los demás. Siente así su vida
plenamente realizada.
Desgraciadamente en
En la parábola de hoy se
recalca la posición de los que no aceptan el banquete. Ello significaba un
rechazo al mismo rey. Unos no se preocupan del banquete, sino que les preocupan
mucho más sus negocios. Otros hasta arremeten contra los mensajeros. Todo esto
era una crítica severa por parte de Jesús para con los jefes del pueblo judío.
Cuando san Mateo escribió esto, tendría en mente la destrucción de Jerusalén.
La parábola continúa, como
dirigiéndose ahora más a la gente sencilla. Dios invita a todos. La invitación
para el banquete es como el anuncio del Evangelio. A todos se les ofrece el
Reino; pero no todos tienen la limpieza de corazón para responder bien al
Señor. Todos pueden entrar en el Reino, “buenos y malos”; pero para permanecer
allí, debe haber una actitud de cambio, no se puede permanecer siguiendo en la
maldad. Esto se significa con el que está dentro sin vestidura propia y tiene
que ser echado fuera. Es difícil definir qué es lo que quiso enseñarnos Jesús
con ese “traje de boda” para que, al no tenerlo, reciba un castigo tan grande.
Por de pronto era un desprecio, pues para esos casos se les prestaba un traje
conveniente. Quizá signifique una actitud de desprecio de la fe, algo como lo
que llamó Jesús “pecado contra el Espíritu Santo”. El vestido en
Termina la parábola con un
toque de atención, porque son más los llamados que los escogidos. Vivamos
nuestra vida cristiana con sentido ilusionado y encontraremos el gozo y la paz
ahora y con Cristo en la eternidad.