COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires)
Vigésimo noveno durante el año, Ciclo A
Evangelio según San Mateo 22,
15-21 (ciclo A)
Los fariseos se reunieron para
sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones. Y le enviaron a varios
discípulos con unos herodianos, para decirle: "Maestro, sabemos que eres
sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta
la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie.
Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?".
Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: "Hipócritas, ¿por qué me
tienden una trampa? Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto". Ellos
le presentaron un denario. Y él les preguntó: "¿De quién es esta figura y
esta inscripción?". Le respondieron: "Del César". Jesús les
dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de
Dios".
¡HAY UNA SOLA ESPERANZA!
¡Qué cosa! Justo en este día, de
las elecciones, este Evangelio corresponde porque está indicado así; no está
elegido para esta ocasión sino que está puesto en la liturgia del día. Pero
¿qué nos quiere indicar este texto?
Me da la impresión que hay una
finalidad mayor, espiritual, que es el Reino de Dios y que también hay un
señorío temporal, que son las causas segundas o indirectamente. Como de alguna
forma tenemos la realidad del “hombre de los dos reinos”, como decía Santo
Tomás Moro; porque había que responder a este reino, pero porque tenemos la
esperanza de un Reino mayor, futuro.
Esta realidad, el futuro, no
impide comprometernos con las realidades temporales. La gracia no sustituye el
compromiso ni la voluntad. A veces pueden, digamos, superar un poco la
inteligencia, pero nunca la gracia sustituye el corazón. Es la búsqueda del
Reino de Dios pero que tiene que hacerse presente en la realidad. Por eso el
cristiano no debe separarse de la realidad de este mundo, sino transformarlo
desde adentro.
¡No hay dos esperanzas! ¡Hay una
sola esperanza!, que mira la realidad futura pero que -a través del compromiso
cristiano- ya se está anticipando en la realidad terrestre, o en la realidad
presente. Porque YO CREO obliga a comprometerme cada vez más. Pero sabiendo en
lo que yo creo, en lo que yo espero, en lo que yo amo.
Esto es importante porque uno no
puede portar una sola realidad: no se puede vivir sólo de lo temporal y no se
puede vivir sólo de lo espiritual. La realidad es un espíritu que se encarna. Y
la realidad que se encarna está sostenida, invadida e iluminada por el
espíritu. Por eso hay una sola esperanza que tiene que ser de ambas realidades
y es importante que lo consideremos.
Que Dios nos bendiga y nos dé
luces para seguir viviendo y construyendo la civilización del amor.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén