Credibilidad devaluada

 

Decimos que nos conocemos, lo que es una mentira enorme. Nadie conoce a nadie. Sólo sabemos de la otra persona lo superficial, anecdótico, accidental. El ser humano es impredecible, imponderable, inalcanzable. Lo profundo de su corazón queda oculto a nuestras meras percepciones. Hay un hábitat misterioso reservado a la cita entre lo trascendente y nuestra conciencia. Tiene una puerta que sólo se abre con la llave de nuestra libertad.

Pero tenemos un ojo clínico para distinguir entre autenticidad e hipocresía, entre verdad y máscaras, entre coherencia y mediocridad. Sobre todo, sabemos apreciarlo, valorarlo de quienes ejercen puestos de liderazgo, de dirección, de coordinación, llamados por esto  mismo a responder con sus obras de la verdad a Ellos o Ellas encomendada. La verdadera autenticidad brilla por sí  misma. Sin embargo, asistimos hoy a una crisis de credibilidad.

Jesús nos invita a distinguir entre el decir y el hacer, entre la praxis y la teoría, entre la prédica y la actitud. Fue Paulo VI quien hizo síntesis de esta verdad con su famoso slogan: “El Mundo necesita testigos más que maestros”. En el bautismo se nos lanza el desafío de ir por todas las naciones anunciando con nuestro ejemplo la verdad de nuestra fe, una fe que se traduce en obras, en frutos de vida hasta la sangre misma.

Pablo va desgranando su vida como testimonio creíble de su entrega y compromiso en el seguimiento de Jesús, anunciado y compartido con sus comunidades en amor, fidelidad y generosidad hasta la entrega misma de su vida. No solamente anuncia, predica sino que, sin tapujos de ninguna clase, derrama su corazón como una madre en generosidad total, a tal punto que da a sus comunidades el Evangelio en trozos de su propia vida.

Cochabamba 05.11.17

jesús e. osorno g. mxy

jesus.osornog@gmail.com