DOMINGO 31 ORDINARIO, Ciclo A

NO QUIERO, NO QUIERO, PERO ECHENMELO EN EL SOMBRERO.

 

Todo fue encontrarme con este texto del Profeta Malaquías,  para que apareciera la vergüenza en mi rostro y sentir lo que nuestras gentes sienten cuando se ven reprendidas al llegar a nuestras Eucaristías y reuniones. Parece que somos nosotros, los que andamos de este lado del altar, los que tenemos que sentarnos este día en el banco de los acusados. Escuchemos: “Si no me escuchan y si no se proponen de corazón dar gloria mi nombre, yo mandaré contra ustedes la maldición…. Ustedes se han apartado del camino, han hecho tropezar a muchos en la ley…por eso yo los hago despreciables  y viles ante todo el pueblo, pues no han seguido mi camino y han  aplicado la ley con parcialidad”. Son palabras que hacen pensar y nos hacen conscientes de nuestra fragilidad, además de que si queremos hacer fructificar las palabras de nuestros labios y las acciones de nuestro corazón, tienen que venir de nuestro contacto con Cristo Jesús, el verdadero Maestro de nuestra comunidad eclesial.

Esto nos lleva a considerar la palabra misma de Cristo que advierte contra la labia de los fariseos. Escuchemos: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras”.

Hay que entender que la cátedra era el mueble desde el que se pregonaba la escritura en la sinagoga, pero también la autoridad con la que se proclamaba el mensaje. Parece que en un principio era importante la intervención de los escribas y fariseos, porque alguien tendría que interpretar el mensaje de salvación. Sin embargo, a algo tan sencillo  y tan real como la palabra misma de Dios, estas gentes fueron imponiendo tantos mandatos y preceptos, que al final ni ellos mismos cumplían, porque lo habían hecho imposible, haciendo sumamente difícil la vida de los hombres que no tenían tiempo para acercarse a esas sutilezas de la “ley de Moisés”. 

Es por eso que Cristo habla fuerte de ellos, por lo que había llegado a ser su hipocresía, consistente en tres vertientes, en primer lugar, por no hacer ellos mismos lo que pedían de la gente sencilla, segundo, por imponer  pesadas cargas sobre los demás, sin ayudarles a llevarlas a cabo y finalmente porque todo lo hacían para exhibirse, para acrecentar su prestigio, su poder e incluso su propia economía. Era muy conocido que en sus ropas llevaban gravadas algunas palaras de la ley, e incluso en su frente llevaban colocadas otras palabras divinas, pero en el único lugar donde estaban ausentes era en el interior del corazón. Por eso la recomendación de Cristo de no llamar a nadie maestro, ni guía, ni padre, porque al fin y al cabo el único Maestro y guía es Jesús.

Y viene la pregunta que no podemos detener: ¿Qué tanto de fariseísmo hemos adoptado en la Iglesia? Mucho,  según parece, viendo los títulos que damos o que nos damos en la misma comunidad y el trato que tenemos con los demás que nos hace colocar en nuestras puertas: “Somos católicos, rechazamos cualquier clase de propaganda protestante…”.

Dicho de otra forma, ese fariseísmo podríamos traducirlo en algo que pasa en nuestro medio, cada vez hay más productos pirata, que imitan los productos originales y que parecen tan buenos, pero que a la larga vienen a ser contraproducentes e incluso dañinos pero halagados por el precio, tienen una gran demanda. No me digan en videos, que parece que los están dando gratis. A esto le agregamos los productos light, sin grasa, sin azúcar, sin nicotina, que nos hacen pensar que estamos en un mundo ideal donde todo será benéfico y nada te hará daño. Si esto lo aplicamos a nuestra fe y a nuestra iglesia, es lo mismo, estamos teniendo una actitud que parece de cristianos pero que no compromete o compromete hasta cierto punto. Si ponemos ejemplos, están muchos cristianos que van a  misa el día domingo, pero los ves, distraídos, ansiosos de salir, a lo mejor revisando y contestando su celular o nos encontramos con los cristianos que son  “parturientos” van cuando les nace según dicen o tenemos los cristianos que por la mañana van a misa y por la tarde buscan quién les haga una limpia o los convenza de que la suegra no les hizo un mal o les provocó una enfermedad. Y así llegamos  a situaciones que ya no tienen nada de light ni son piratas, sino definitivamente fuera de orden y de lo que sería la voluntad de Dios, me refiero al culto a lo que las gentes llaman “a la santa muerte”, que me parece es el culto de los derrotistas, que ya no tienen esperanza y se aferran a un clavo que parece caliente pero que está más frío que nada pues se trata precisamente de la muerte.

La exhortación final de Cristo va encaminada a hacernos sentir la necesidad de convertirnos en servidores de nuestros propios hermanos, renunciando a ser reconocidos por otras cosas, si no es precisamente por nuestra entrega, nuestra generosidad y nuestra ayuda.

El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en alberami@prodigy.net.mx