COMPARTIENDO EL
EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar
Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran
Buenos Aires)
trigésimo primero durante el año, Coclo
A
Evangelio según San Mateo 23, 1-12
(ciclo A)
Jesús
dijo a la multitud y a sus discípulos: "Los escribas y fariseos ocupan la
cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no
se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas y las
ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni
siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias
y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en
los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las
plazas y oírse llamar 'mi maestro' por la gente. En cuanto a ustedes, no se
hagan llamar 'maestro', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son
hermanos. A nadie en el mundo llamen 'padre', porque no tienen sino uno, el
Padre celestial. No se dejen llamar tampoco 'doctores', porque sólo tienen un
Doctor, que es el Mesías. Que el más grande de entre ustedes se haga servidor
de los otros, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será
ensalzado".
UNIDAD
DE VIDA
La Palabra de Dios siempre es
interesante; tiene simbolismos que hay que pensarlos, reflexionarlos,
aplicarlos, entenderlos, conectarlos y vivirlos.
El tema principal de este Evangelio,
es la crítica de Jesús a los fariseos y doctores de la ley de aquel entonces,
que estaban en la cátedra de Moisés, manejaban muy bien la ley y los
conocimientos, pero que tenían un distancia muy grande entre lo que es y lo que
se dice. Hay una desconexión, una ruptura, y eso provoca una actitud que el
Señor la critica ampliamente, que es la hipocresía. La hipocresía es el
fingimiento de un estado de vida que luego no se posee, no se es y no se vive.
Los principios fundamentales del
Evangelio, la enseñanza de la vida en los distintos ámbitos de responsabilidad
-que sería el todo- nos indica que ninguno de los que viven la responsabilidad
de ese todo puede agotar el Evangelio, el conocimiento y la vivencia de la
doctrina. Uno tiene que arrimarse, acercarse, aproximarse, porque tiene que
haber conexión entre lo que es, lo que se anuncia, con los destinatarios. Pero
siempre hay una distancia. Esa distancia es parte de la condición humana y
parte de la limitación humana que cada uno de nosotros tiene.
La crítica de este Evangelio, apunta a
algo mucho más profundo: la simulación; el consentimiento de aquello que es
mentira, de lo que es fingir. Y eso no está bien sino que está muy, pero muy
mal.
Tenemos que pedir al Señor que,
partiendo de la limitación humana, nos acerquemos -cada uno según sus
responsabilidades- a vivir aquello que se es, aquello que se piensa y aquello que
se dice. Debe haber conexión y no quebranto; debe haber unidad de vida entre lo
que se es -en aquello que se anuncia que es la fe- y aquello que se vive, que
es el Evangelio.
El mejor servicio que uno puede
ofrecer a los hermanos es el auténtico y verdadero testimonio. Testimonio de
vida donde uno vive aquello que cree, anuncia aquello que dice, enseña lo que
se le transmite y vive el contenido de esa enseñanza.
Pidamos al Señor que haya unidad de
vida en todos los pastores, en todos los cristianos, en cada uno de nosotros.
Les dejo mi bendición: en el Nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén