DOMINGO XXXII   (A)   (Mateo, 25, 1-13)

 ¡Que tengamos presto el “aceite” de las buenas obras por el que Tú nos reconocerás!

-  Dentro de dos semanas celebraremos la Fiesta de Cristo Rey, que clausura el Año Litúrgico y que, con el primer Domingo de Adviento, da entrada a un  nuevo año del Calendario de la Iglesia.

- Quizás la proximidad de este final del Año Litúrgico puede ser la razón por la que se introduzca, en las lecturas de este Domingo, esa Parábola del Señor, de tono escatológico, en la que se nos pone en guardia de la actitud que hemos de tener para ese otro final: el definitivo encuentro con Dios.

-  Nos puede llamar la atención en esta Parábola, la actitud tan “exigente” que Jesús muestra con las “vírgenes necias”. No reconocemos aquí a ese Jesús paciente, misericordioso, capaz de perdonar hasta 70 veces siete, sino ante un Jesús radical e intransigente:

            - A aquellas vírgenes necias, no se les da una segunda oportunidad.

- Ni siquiera consiguen que sus compañeras puedan echarles una mano compartiendo su aceite.

- La lección que nos da Jesús es clara. Quiere recordarnos, con toda firmeza que, para cada uno de nosotros hay una hora definitiva en la que se acabaran sus múltiples oportunidades, por lo que es muy imprudente y temerario descuidar la vigilancia. Lo sensato y lo que nos garantiza la verdadera felicidad es, ¡estar siempre bien dispuestos para nuestro encuentro con El!

- Los contemporáneos de Jesús, (como nos pudiera ocurrir también a nosotros), preguntan y estaban preocupados por cosas accesorias: “saber el día y la hora”, “si son muchos o pocos los que se salvan…”. Pero Jesús, va al grano: les deja claro que, todas esas cuestiones son nimiedades y que...,Lo verdaderamente importante es: ESTAR PREPARADOS!

- Cuando vamos a coger un avión no bastan los conocimientos teóricos de, cual es el Aeropuerto, el avión y la hora de salida. Son indispensables otros medios operativos como, sacar el billete, facturar el equipaje y estar a la hora, si no queremos exponernos a perder el avión.

- Tampoco a los cristianos nos bastan esos requisitos previos como, creer en Dios o estar bautizados ¡Necesitamos estar provistos “de ese aceite”, que alimenta “nuestras lámparas” y que, en nuestro caso, son:  la Gracia de Dios,  las buenas obras  y una lucha constante por tratar de ser fieles a Dios.

- Sólo así, evitaremos oír la terrible sentencia del Evangelio de hoy: “¡Necios, no os conozco!” Y, sólo así, nos estaremos disponiendo para poder escuchar esas otras consoladoras palabras de Jesús:      

                 ¡Venid, benditos de mi Padre, a poseer el Reino.......!

                                                                                                    Guillermo Soto