TIEMPO
ORDINARIO – DOMINGO XXXIII A
(19-noviembre-2017)
Jorge Humberto Peláez S.J.
¿Qué
huella queremos dejar en el mundo?
ü Lecturas:
o Libro
de los Proverbios 31, 10-13. 19-20. 30-31
o I
Carta de san Pablo a los Tesalonicenses 5, 1-6
o Mateo
25, 14-30
ü Cuando
los jóvenes terminan sus estudios de secundaria se plantean, por primera vez en
sus vidas, una pregunta de la mayor importancia: ¿Ahora qué voy a estudiar?,
¿qué carrera o profesión deseo seguir? Para ayudar a tomar la decisión
adecuada, muchos colegios ofrecen orientación vocacional, la cual consiste,
fundamentalmente, en la aplicación de unas pruebas psicológicas que sirven para
identificar los intereses y capacidades de ese joven.
ü Ahora
bien, este proceso de identificación de intereses y capacidades empieza desde
los primeros años de vida. Las voces de aliento y estímulo de los padres de
familia y de los maestros permiten que los niños se vayan sintiendo cada día
más seguros y conscientes de sus posibilidades. La palabra que describe este
proceso es auto-estima.
ü Si
en lugar de voces de aliento, el niño sólo escucha mensajes negativos tales
como “usted no sirve para nada”, “es un inútil”, no podrá avanzar por la senda
de la auto-estima y más adelante será incapaz de proponerse proyectos y tomar
decisiones.
ü Después
de estas reflexiones iniciales, los invito a explorar el texto evangélico de
este domingo sobre la parábola de los
talentos, que describe el gesto de confianza de un empresario que entregó a
sus empleados un capital importante y luego les pidió cuentas de los
rendimientos obtenidos.
ü Hay
dos preguntas que se debe hacer todo aquel que quiere invertir: ¿Cuánto dinero
tengo? y ¿qué tipo de inversión debo hacer para tener mayores probabilidades de
éxito? Para responder a estas preguntas hay que ser realistas y oír a personas
con experiencia.
ü Esta
parábola de los talentos, en la que hubo dos resultados exitosos, pero también
el doloroso fracaso de uno de los protagonistas que fue incapaz de arriesgarse,
nos lleva más lejos y nos invita a hacernos inquietantes preguntas: ¿Para qué
estoy en esta vida?, ¿cuál es la huella que quisiera dejar?, ¿qué esperan de mí
los familiares y amigos? Sería lamentable que, cuando lleguemos a la vejez, nos
sintamos con las manos vacías por no haber desarrollado un proyecto de vida
útil, de amor y servicio a los demás:
o Hay
personas muy ricas que llevan una existencia miserable encerradas en su egoísmo.
o Hay
personas de muy escasos recursos profundamente solidarias y generosas que, al final
del camino, tienen las manos y el corazón rebosantes de amor y satisfacciones.
o El
aporte de las personas a la sociedad no se puede medir en términos exclusivamente
económicos. Esto nos llevaría a rechazar a los enfermos y ancianos como una
carga. El papa Francisco en repetidas ocasiones ha destacado el inmenso aporte
de los abuelos como depositarios de la sabiduría, de los valores y de las
tradiciones. Ante la realidad de unos padres de familia ausentes por razones laborales,
los abuelos son actores importantísimos en la educación de los niños, un riquísimo
aporte a la sociedad que no se ve reflejado en los indicadores económicos.
ü Esta
parábola de los talentos nos saca de nuestra rutina y nos exige un alto en el camino
para indagar sobre nuestras fortalezas y cualidades, sobre los aportes que
queremos hacer para que las personas que nos rodean sean más felices, y sobre
el grano de arena con el que queremos contribuir a la reconciliación y a la
paz.
ü En
la I Carta a los Tesalonicenses, san
Pablo nos recuerda que la vida es una carrera contra-reloj y que el paso del
tiempo es imparable. La vida la tenemos prestada y no podemos posponer decisiones
importantes para un mañana que puede no llegar. Nos recuerda san Pablo:
“Ustedes saben perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la
noche”.
ü El
libro de los Proverbios hace un
importante reconocimiento al aporte de la mujer. Pero como este libro fue escrito
dentro del contexto cultural de una sociedad patriarcal y machista, destaca el aporte
que la mujer hace al proyecto del marido, como algo subordinado, sin valor en
sí mismo: “Con su ayuda, él se enriquecerá; todos los días le procurará bienes
y no males”. Este enfoque y valoración del trabajo de la mujer son inaceptables
para la sensibilidad contemporánea.
ü Hablemos,
más bien, de la importancia que tiene que la pareja construya un proyecto
común, que favorezca y estimule el crecimiento personal y profesional de los dos
sin subordinaciones ni celos profesionales, en el que cada uno sea para el otro
el mejor socio, amigo y consejero. Así juntos, en plural, podrán responder a
los interrogantes que plantea la parábola de los talentos: ¿Cuáles son nuestras
fortalezas como pareja y como familia?, ¿qué podemos hacer para que nosotros
dos, nuestros hijos y las personas que nos rodean llevemos una vida más humana
y plena?, ¿qué podemos hacer como grupo familiar para construir la reconciliación
y la paz?