XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A.

 

EXIGENTE

 

Padre Pedrojosé Ynaraja

 

1.- Se dice con frecuencia que la Biblia es misógina y no seré yo quien lo niegue. Aunque siempre añado que tal vez sea el conjunto de escritos menos misógino, de la literatura del Medio Oriente antiguo. La colección de libros de la Sagrada Escritura no es homogénea respecto a su estilo, ni a sus contenidos. Diversos fueron los autores inspirados, distintas las épocas de redacción y también diferentes los lugares donde se escribieron.

 

2.- Se pueden encontrar, de cuando en cuando, fragmentos que sorprenden. El de la primera lectura de este domingo es uno de ellos. Para comprender el contenido hay que reconocer el lenguaje y las costumbres que regían en aquellos tiempos. Un solo ejemplo. Hasta hace poco y entre nosotros, la esposa que ejercía trabajo profesional, debía hacerlo fuera del domicilio familiar. Hoy, en algunos casos, puede conseguirlo quedándose en casa, con un ordenador y conexión a Internet. Os he dado esta muestra, mis queridos jóvenes lectores, para que comprendáis que el PC al que me refería, sería en los tiempos bíblicos, algo así como el telar vertical en el que podía afanarse la señora de la casa espabilada, tejiendo finos lienzos y más tarde vendiéndolos, aumentando así el peculio familiar. Nada de en casa y con la pata quebrada, que decía el vulgo.

 

3.- Mis queridos jóvenes lectores, los masculinos pensad en que la compañera que escojáis para con ella realizar proyectos matrimoniales, ayudados por la Gracia, se parezca a la descripción del libro de los Proverbios, hechas las debidas salvedades de tiempos y costumbres. Vosotras, a quienes os debo amar como a hermanas, según el consejo de Pablo (1Tim 5,2) examinaos a fondo, pensad en lo que hacéis en vuestro cotidiano vivir, comparándolo con lo que propone el Libro. Sois obra predilecta de Dios y quienes podéis influir seguramente mejor y para bien en el seno familiar, iglesia doméstica, bañada en la Gracia sacramental matrimonial.

 

4.- Cambio de tercio.- Os debo recordar lo que en otras ocasiones ya os he explicado, un talento, como unidad crematística, equivale al valor de unos 35kg de metal fino (oro o plata). El relato, pues, navega sumergido en grandes fortunas.

 

En el lenguaje corriente, superficial con frecuencia, se tiene a la doctrina cristiana como un conjunto de dogmas y prohibiciones, más o menos enigmáticos los primeros, muy exigentes en terreno sexual las segundas, amén de derecho de propiedad y obligación de ir a misa los domingos, etc. etc. Opinión muy pobre.

 

La radicalidad cristiana más exigente, no creo que sea esta. La parábola de los talentos expresa en estilo narrativo el más severo mandato del Señor, a continuación del Amor, esencia sublime y fundamental de nuestra adhesión personal.

 

5.- Es preciso reconocer los dones del Señor. Os pondré un ejemplo en femenino. En muchas ocasiones, hablando con alguna chica, le digo que es muy atractiva y simpática. Si lo es y también sincera, después de sonrojarse un poco, me da educadamente las gracias. De inmediato le digo que nada de nada, que su encanto es un don precioso, muy exigente, recibido de Dios. Que una sonrisa femenina es capaz de resucitar a un muerto de angustia. Que una mirada suya puede elevar la autoestima de una persona tímida, decaída o deprimida. ¿Os acordáis del proceder de Judit, la heroína bíblica y de la no menos agraciada reina Ester? Ambas estaban situadas en un contexto ruinoso. Su lealtad a Dios, su maquillaje, su gracia y elegancia, unidos a la oración y el ayudo, no se olvide, fueron medios de salvación para su pueblo.

 

6.- Un chico simpático y emprendedor, buen deportista y aprovechado alumno, puede reservarse y creérselo en sus adentros, para gozar vanidosamente y valerse con egoísmo en su trato con los demás. O puede ser consecuente y animar e invitar a sus amigas y amigos a mejorar sus vidas y juntos emprender caminos espirituales fabulosos.

 

(En estos terrenos, vosotros, jóvenes seglares, valéis mucho más que la clerecía, casi siempre, no lo olvidéis)

 

Quien goza de salud, quien puede estudiar y aprender, quien es habilidoso, quien sin ser rico dispone de dinero suficiente para ir tirando sin agobios, quien, quien, quien…

 

A estos, en femenino y masculino, se les exigirá al final de sus tiempos, en llegando a la realidad eterna, los réditos conseguidos de estas fortunas.

 

7.- La parábola de los talentos carece de morbo y de trágicos planteamientos y podemos dejarla fluir por nuestro interior, sin que nos dé retorcijones nuestro interior espiritual. No caigáis en este error, o delito.

 

La parábola de los talentos es exigente, pero también estímulo para ser emprendedores, trabajar con inteligencia emocional, cosas que tanto se estilan y proclaman, en la aventura de la edificación del Reino de los Cielos, que, no lo olvidéis es mucho más importante que unas olimpiadas, los premios Nobel, o los records Guinness.

 

La alfombra roja, a la llegada del Cielo, es el abrazo del Padre, con el Hijo y el Espíritu, que no necesita photocall para perpetuarse, que ya es territorio eterno.

 

¡Tantos voluntarios que se ofrecen para campañas de cortas dimensiones y tan pocos para estos proyectos! Vergüenza debe darnos. Y hacer propósito de enmienda.