FIESTA DE CRISTO
REY (A) (Mt. 25,31-46)
Nos
sacó del dominio de las tinieblas y nos trasladó al Reino de su Hijo querido. |
-
Naturaleza del Reino de Cristo
- Esta Fiesta es una ocasión
para explicar la verdadera naturaleza de
- ¡Que
poco habríamos entendido la naturaleza de su Reinado si lo concibiéramos, como
una especie de cariñoso intento nuestro de, aupar a Cristo a la categoría de
los reyes de la tierra. ¡Como si su Reinado fuera una generosa concesión nuestra
con la que los hombres quisiéramos honrarlo!
- ¡Nada más lejos de la realidad!
Los reinos de la tierra son efímeros y aleatorios y le añadirían poco o nada al
verdadero Reinado de Cristo que procede la Inmensidad de Dios como todas sus prerrogativas.
Cristo
se proclamó Rey
- Llama
la atención que Cristo, siendo Rey como lo es, por naturaleza, no aprovechara las
distintas ocasiones en las que la multitud, entusiasmada, quiso proclamarlo rey
y se quitara de en medio, en esas ocasiones, renunciando a dicha proclamación.
Y que, sin embargo, ante Pilatos, cuando, con esta confesión de su Realeza, se
jugaba la vida, no tuviera inconveniente en proclamar este Reinado con toda solemnidad:
“Yo
soy Rey. Tu lo has dicho” “Yo
para eso he venido al mundo” (Jn.XVIII, 33-37)
- La explicación es muy lógica
y elocuente: Cuando Jesús predicaba, recorriendo libremente las ciudades de
Palestina, existía el peligro de que, aquellos “espontáneos proclamadores” de
su Reino, entendieran mal la naturaleza de su Reinado
y lo confundieran con un reino terreno, temporal y triunfalista. Y así, ¡Jesús no
quería ser proclamado Rey! Si lo hubiera hecho, habría contribuido,
- como se dice hoy -, “a la ceremonia de la confusión”.
-
- Sin embargo, en la escena ante Pilatos, ¡las
circunstancias han cambiado! Ahora…, prendido, escarnecido y humillado... ¡Ya
no hay peligro de que interpreten su reinado de forma triunfalista! Si alguno,
en aquellas circunstancias, permanece
fiel y está dispuesto a ser vasallo de tal Rey, ¡ya sabía a lo que se exponía!
y sólo le podía mover
“Un Reino eterno y universal. El Reino de la
verdad y la vida, el Reino de la santidad y
Y,
los hombres de hoy, ¿cómo entendemos su
Reinado?
- También hoy, después de XXI
siglos, corremos el riesgo de, mal interpretar la naturaleza de su Reino. Por
eso Cristo, en aquellas circunstancias tan elocuentes, le dejaría claro a Pilatos,
(y también a nosotros), la verdadera naturaleza de su Reino: ¿Luego tú eres rey? Respondió Jesús. Tú lo dices que soy rey. Yo para esto he
nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad” (Jn. XVIII, 37-23)
- Su Reino no es de este
mundo. Los reinos terrenos, (democráticos o dictatoriales), se nos imponen y, sin
una decisión personal, terminamos siendo vasallos de ellos. ¡Al
Reino de Cristo, por el contrario, se accede libremente, se nos invita a
pertenecer a el: “Si quieres…”, nos
dice Jesús. Y, somos vasallos suyos, si amorosamente lo decidimos.
El
Reinado de Cristo en nuestras vidas.
- Para terminar, recordar que,
aunque es importante conocer
“El
Reino de los Cielos es semejante ..., se parece…,”
- Seamos consecuentes
para no tener que oír estos o parecidos reproches de Jesús:
“¡Estoy aburrido de reinar sólo en las
paredes de vuestras casas! ¡Yo no me hice hombre y di la vida por vosotros, únicamente,
para que sepáis y celebréis que soy Rey! Si no
reino en vuestras vidas, ¡todo eso es una comedia!”
- Y
que, por el contrario, convencidos de que “servir a Dios es reinar”, nos
sintamos estimulados y agradecidos por estas reconfortantes palabras del
Apóstol San Pablo:
“El nos ha sacado del dominio de las
tinieblas y nos ha trasladado al Reino de su Hijo querido”
(Colosenses I - 12-13)
Guillermo Soto