FIESTA DE CRISTO REY   (A) (Mt. 25,31-46)

Nos sacó del dominio de las tinieblas y nos trasladó al Reino de su Hijo querido.

 

- La Fiesta de Cristo Rey la introdujo Pío XI (1925) para honrar la Realeza de Cristo, proclamada por Jesús en circunstancias muy elocuentes.

 

Naturaleza del Reino de Cristo

 

- Esta Fiesta es una ocasión para explicar la verdadera naturaleza de la  Realeza de Cristo: ¿En qué sentido hemos de interpretar que Cristo es Rey?

- ¡Que poco habríamos entendido la naturaleza de su Reinado si lo concibiéramos, como una especie de cariñoso intento nuestro de, aupar a Cristo a la categoría de los reyes de la tierra. ¡Como si su Reinado fuera una generosa concesión nuestra con la que los hombres quisiéramos honrarlo!

- ¡Nada más lejos de la realidad! Los reinos de la tierra son efímeros y aleatorios y le añadirían poco o nada al verdadero Reinado de Cristo que procede la Inmensidad de Dios como todas sus prerrogativas.

 

Cristo se proclamó Rey

 

 -  Llama la atención que Cristo, siendo Rey como lo es, por naturaleza, no aprovechara las distintas ocasiones en las que la multitud, entusiasmada, quiso proclamarlo rey y se quitara de en medio, en esas ocasiones, renunciando a dicha proclamación. Y que, sin embargo, ante Pilatos, cuando, con esta confesión de su Realeza, se jugaba la vida, no tuviera inconveniente en proclamar este Reinado con toda solemnidad: “Yo soy Rey. Tu lo has dicho” “Yo para eso he venido al mundo” (Jn.XVIII, 33-37)

 

- La explicación es muy lógica y elocuente: Cuando Jesús predicaba, recorriendo libremente las ciudades de Palestina, existía el peligro de que, aquellos “espontáneos proclamadores” de su Reino, entendieran mal la naturaleza de su Reinado y lo confundieran con un reino terreno, temporal y triunfalista. Y así, ¡Jesús no quería ser proclamado Rey! Si lo hubiera hecho, habría  contribuido, - como se dice hoy -, a la ceremonia de la confusión”.

-          - Sin embargo, en la escena ante Pilatos, ¡las circunstancias han cambiado! Ahora…, prendido, escarnecido y humillado... ¡Ya no hay peligro de que interpreten su reinado de forma triunfalista! Si alguno, en aquellas circunstancias,  permanece fiel y está dispuesto a ser vasallo de tal Rey, ¡ya sabía a lo que se exponía! y sólo le podía mover la Fe y el Amor, y ese verdadero Reino de Dios que nos describe hoy el Prefacio de la Misa:> >>>

  “Un Reino eterno y universal. El Reino de la verdad y la vida, el Reino de la santidad y la Gracia, de la justicia, el amor y la paz”.

 

 Y, los hombres de hoy, ¿cómo entendemos su Reinado?

 

- También hoy, después de XXI siglos, corremos el riesgo de, mal interpretar la naturaleza de su Reino. Por eso Cristo, en aquellas circunstancias tan elocuentes, le dejaría claro a Pilatos, (y también a nosotros), la verdadera naturaleza de su Reino: ¿Luego tú eres rey? Respondió Jesús. Tú lo dices que soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad” (Jn. XVIII, 37-23)

- Su Reino no es de este mundo. Los reinos terrenos, (democráticos o dictatoriales), se nos imponen y, sin una decisión personal, terminamos siendo vasallos de ellos. ¡Al Reino de Cristo, por el contrario, se accede libremente, se nos invita a pertenecer a el: “Si quieres…”, nos dice Jesús. Y, somos vasallos suyos, si amorosamente lo decidimos. 

 

El Reinado de Cristo en nuestras vidas.

 

- Para terminar, recordar que, aunque es importante conocer la Naturaleza del Reino de Cristo, celebrarlo y proclamarlo, de poco nos serviría si Cristo no reina verdaderamente en nuestras vidas y si no luchamos por aplicarnos el “programa” de su Reino. Ese programa que nos dejó a través de su Vida y de sus Parábolas que, significativamente, siempre las comenzaba haciendo referencia a su Reino:                      

                        El Reino de los Cielos es semejante ..., se parece…,”

- Seamos consecuentes para no tener que oír estos o parecidos reproches de Jesús:

      “¡Estoy aburrido de reinar sólo en las paredes de vuestras casas! ¡Yo no me hice hombre y di la vida por vosotros, únicamente, para que sepáis y celebréis que soy Rey! Si no reino en vuestras vidas, ¡todo eso es una comedia!”

- Y que, por el contrario, convencidos de que “servir a Dios es reinar”, nos sintamos estimulados y agradecidos por estas reconfortantes palabras del Apóstol San Pablo:

   El nos ha sacado del dominio de las tinieblas y nos ha trasladado al Reino de su Hijo querido” (Colosenses  I - 12-13)       

                                                                                                    Guillermo Soto