3ª
semana de Adviento. Domingo B: Jn 1, 6-8.19.28
En estos días, ya cercanos a
San Pablo en la segunda lectura es más
explícito y nos dice: “Estad siempre alegres”. A veces nos empeñamos en creer
que Dios quiere el mal para nosotros. Es necesario que afiancemos nuestra fe en
Dios, que es nuestro Creador bondadoso y que por lo tanto desea siempre nuestro
bien y nuestra felicidad. Este mundo es imperfecto y hay dificultades, que son
para todos, buenos y malos. Pero para el que está con Dios, en todo sabe hallar
la alegría de corazón, aunque sepa que la perfección de la felicidad estará en
la vida futura. Pero si se busca la alegría por caminos que no llevan a Dios,
al final sólo se halla la infelicidad y la tristeza. La experiencia de las
personas entregadas a Dios nos dice que el hecho de conocer a Cristo y vivir
con El es una fuente continua de alegría. Ello requiere diálogos con Dios Padre, o con Cristo, que nos espera en
La tristeza nace del egoísmo, de buscar
compensaciones materiales, que muchas veces no llegan. La alegría es verdadera
cuando uno procura hacer alegres a los demás. Este es uno de los grandes
mensajes de Navidad. La alegría perfecta es un don de Dios; por eso hay que
estar en continua acción de gracias. Como salmo responsorial de este día, nos
presenta el “Magnificat” de
Esta virtud de la humildad aparece, para
nuestro ejemplo, en la figura de S. Juan Bautista, que hoy nos trae el
evangelio. Juan no era la luz, sino que daba testimonio de la luz. Fueron
gentes importantes a preguntarle quién era y él declaró que no era un profeta,
aunque su misión era hablar a favor de otro. Para esto se requiere mucha
humildad o conocimiento de la realidad. Tanta humildad que decía que no era
digno ni de “desatar la sandalia del Mesías”. Su mensaje era: “Preparad el
camino”. Hoy, en las vísperas de
San Juan se parecía a los motoristas que
van por delante de una carrera ciclista anunciando que la carrera ya viene. A
la gente no le interesa mirar a los motoristas, sino sólo saber que ya vienen
los ciclistas, que es lo que quieren ver. Así a veces nos quedamos sólo con los
festejos externos de
Es lo que les decía el Bautista a
aquellos sacerdotes y levitas: “En medio de vosotros hay uno que no conocéis”.
¡Cuántas veces se puede decir esto de muchos cristianos en