Consuelen a mi pueblo

 

“Dame tu mano hermano, ven a nacer conmigo desde la profunda zona de tu dolor diseminado”. Y cito a Pasteur: “No te pregunto cuáles son tus opiniones o cuál es tu religión, sino cuál es tu dolor”. Un profundo dolor nos sobrecoge hoy en un mundo con tantas posibilidades, recursos y tecnologías que deberían hacernos más amable nuestra existencia. Una foto de un joven en redes sociales (esto jamás se debiera publicitar) que se suicida, nos indigna, nos rebela. Pero también nos cuestiona.

¿Cómo acercarnos a esta tragedia de humanidad que padecemos hoy? ¿Es posible consolar a alguien, paliar un tanto su sufrimiento, recoger sus lágrimas, verter un poco de bálsamo en su vida? ¡Qué difícil todo esto! En cristiano hay una palabra que se hace vida, fortaleza, pasión, energía: Es la palabra “Consuelo” y que podemos también traducir por Misericordia. El profeta nos anima a voz en cuello: “Consuelen a mi pueblo”. Es orden…

Pedro en su carta nos fortalece en la esperanza dibujando en el horizonte los cielos nuevos y la tierra nueva. Es el mundo posible que soñamos, queremos y estamos llamados a construir con imaginación creadora. Para hacernos a esta novedad que es meta definitiva de nuestra fe, necesitamos renovarnos, transformarnos. El Adviento es tiempo de conversión, toma de conciencia de nuestra realidad tanto personal como comunitaria, urgida de sanación.

En el evangelio, Juan prende una chispita de luz, de ilusión que viene desde el desierto, pero que comienza a hacerse vida en nuestros corazones abriendo nuevos caminos, inéditos, fiables, que llevan al encuentro del Señor. Cada ser humano está llamado a hacerse encontradizo en esta caminada que llena de consuelo y alegría nuestras vidas, permitiendo un encuentro de misericordia con quienes han cocido su existencia al sufrimiento.

Cochabamba 10.12.17

jesús e. osorno g. mxy

jesus.osornog@gmail.com