DOMINGO IV-ADVIENTO-B
VOCACIÓN
Padre Pedrojosé Ynaraja
1.-
Hace pocos días os comentaba en mi habitual mensaje-homilía, este mismo texto
del evangelio de Lucas, que se repite hoy. Podía reproducirlo ahora, a mí,
contemplar esta escena nunca me aburre y comentarla tampoco, pero seguramente
que vosotros, mis queridos jóvenes lectores, deseáis que os diga algo nuevo y
no deseo defraudaros. En realidad la Anunciación es una llamada y es eso lo que
os voy a comentar.
2.-
Porque a vosotros, a cada uno a su manera, también os llama el Señor. Los
evangelistas dan pocos detalles de la personalidad de Santa María, pero son
suficientes para que de Ella aprendamos a vivir. Nuestra Señora fue una mujer
fiel a la vocación de Dios. Con esta sola frase, lo que significa, es
suficiente, lo demás no es que sea anecdótico, es que es la aplicación de esta
cualidad a su realidad histórica que, evidentemente, fue muy diferente a la
nuestra.
3.-
De todos modos, voy detenerme unos momentos en algunas de las situaciones que
de su vida se nos dan a conocer. Dijo que sí al Ángel, pero de inmediato
surgieron las dudas. No os extrañe que diga que María dudó. Su Hijo en
Getsemaní, también sufrió este dolor humano. “Se hizo semejante a todos los
hombres, y fue probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado” (Hb
4,15) La duda es una situación mental legítima. Sufrió y deseo ayuda que esperó
encontrar en Isabel. Ahora bien, acudir a compartir con ella confidencias,
supuso un viaje de unos 110km, que son kilómetros. Le prestó ayuda sin duda,
pero probablemente ocurriría que, como a la vista de los vecinos, el que una
jovencita esperara un hijo, era lo más vulgar y corriente y en cambio, que una
vieja estuviese embarazada era cosa insólita, a la esposa de Zacarías, en algún
momento, le sentaría incómoda la presencia de Santa María, que de la envidia no
se libra ningún humano, en este caso sí que hay que reconocer que Jesús y su
Madre no cayeron en este vicio capital. El trabajo supondría para la Madre del
Altísimo dura tarea. El esposo-sacerdote, mudo histérico, sería flaca ayuda. La
estancia en Ein-Karen supondría a ratos situaciones, difíciles de superar.
4.-
Era esposa de un hombre justo, que es mucho decir, pero que ignoraba los
entresijos que suponía la elección divina de su Esposa, dicho simplemente, el
embarazo en el que él, esposo, no había tenido arte, ni parte. No poder
compartir sus cuitas con José y aceptar sus razonables dudas, le quitaría más
de una noche el sueño. Saber que José había sido confidente del Señor, calmaría
sus ansias. La boda, por muy modesta que fuera, la llenaría de ilusión, pero
duró poco la calma. Tocaba marchar a tierras de David, y en Belén, sin
encontrar reposo adecuado, llegó el parto. Cuando veo la ilusión que tantas
madres ponen en enseñarme a su recién nacido, pienso siempre en Santa María
hablando con los pastores ¿con qué mujeres podía compartir sus dudas y afanes?
La tradición recoge que la ayudaron dos comadronas, pero lo que Ella desearía
sin duda es que la acompañara su madre. Los hombres no saben de estas cosas, se
lamentaría en sus adentros, teniendo junto a sí al querido hombre justo.
5.-
Tocaba, de acuerdo con la Ley, presentarse en el Templo. Llevar a su Hijito,
hijo suyo y de Dios, según le dijo Gabriel y Ella, piadosa israelita, no
dudaría en cumplir el precepto. Recordaría el mensaje de Gabriel, sin
entenderlo. Estaría hecha un lio por dentro. El camino no sería duro, ni
difícil, lo he hecho yo también a pie, mis queridos jóvenes lectores, pero a mí
no me preocupaba otra cosa que seguirlo, sin estar obligado a ritos
ancestrales. Yo no esperaba nada singular, Ella sí. Simeón y Ana,
inesperadamente, la recibieron y felicitaron. Dejando su Criatura en brazos del
viejecito, se sentiría casi tan satisfecha como cuando lo tenía José. Los
elogios que proclamaba la abuelita, le harían mucha gracia. Cuando se sentía
más satisfecha, de lo que del Crío decía aquel buen hombre, oye que el anciano
le advierte: una espada atravesará tu corazón. ¿chocheaba, tal vez? Nueva duda.
Ay pena, penita pena.
6.-
El Chiquillo se había hecho un hombrecito y caminarían satisfechos comentándolo
con los compañeros de viaje. En Jerusalén ya sabían lo que les tocaba hacer.
Era el mismo protocolo cada año, pero esta vez fue diferente. La estancia no,
la contrariedad vendría poco después. No encontrarlo en el camino de vuelta les
inquietó. ¿no sabíais que debía ocuparme de las cosas de mi Padre? Escucharon
que les decía. Enigmático el Crio, aunque fuera su hijo.
7.-
Se hizo mayor y María se desvelaba por Él, escuchaba y respetaba lo que le
contaba. Ya era viuda cuando Jesús le dijo que debía abandonarla. Le contaron
los elogios de las gentes que le oían por tierras de abajo, junto al Lago. Pero
también se enteró que otros decían que no estaba en sus cabales. Los parientes
quisieron ir a comprobarlo. Ella fue con ellos. ¿Quiénes son mi madre y mis
hermanos? Escuchó decirle…Seguía de lejos sus avatares, sufrió al saber los
peligros por los que pasaba, no quiso abandonarle cuando la amenaza de muerte
fue segura. No le abandono cuando le ajusticiaron. Era fiel a su vocación, a la
llamada sucesiva del Altísimo. Lo fue siempre. Fue feliz sin duda, pero le
costó esfuerzo.
8.-
Mis queridos jóvenes lectores, en este caso pienso más en vosotras, mis
queridas jóvenes lectoras. ¿os identificáis con Ella? ¿sabéis admirarla?
¿encontraréis consuelo en Ella cuando a vosotras como mujeres y compañeras de
otro, también sufráis percances? ¿acudiréis en los momentos de aprieto? ¿confiaréis
en Ella? Ser fiel a la llamada de Dios no le aseguraba futuro satisfactorio, no
podía siquiera imaginarlo. No podía esperar buenas salidas profesionales, que
tanto os preocupan a vosotros. Ahora estoy pensando en todos, tal vez más en
vosotros, los varones, que tenéis más tendencia a escoger con calculada
previsión.
Santa
María escuchó una llamada y contestó sí. Acceder es cosa relativamente fácil,
la dificultad es ponerlo en práctica. Santa María fue siempre fiel al programa
del Señor. Le debemos admiración, más que en propios pareceres.