1 de Enero de 2018, Maternidad de
María: Lc 2, 16-21
Hoy tenemos varias celebraciones:
comienza el nuevo año, pero sobre todo es una gran fiesta de
1. Comienza el nuevo año.
Esto no es una celebración litúrgica, sino algo sólo convencional en el
calendario civil. En otras civilizaciones o culturas comienza el año en otras
fechas. Lo nuestro del 1 de Enero viene de una costumbre romana en que
comenzaban a regir los cónsules. Pero es una ocasión y una oportunidad para
pensar que el tiempo pasa y que debemos hacer realidad lo de: “año nuevo, vida
nueva”. El tiempo no es algo fijo, nosotros pasamos por él y ya no lo podemos
recuperar, sólo podemos aprovechar mejor el que va a venir. Este es un tiempo
de bendición, como comenzamos en la primera lectura de la misa. Pero no sólo
queremos que Dios nos bendiga. Todos debemos ser bendición para los demás y
para el mundo. Por eso aprovechemos el comienzo de un nuevo año para una mayor
limpieza de nuestras culpas y un hermoso deseo de aprovechar esta oportunidad
que nos da Dios.
2. Celebramos sobre todo la
solemnidad de María Madre de Dios. Es el mayor título que un ser creado puede
tener. Ha habido muchos que dicen ser impropio de María llevar ese nombre
porque a Dios nadie lo ha hecho. En parte tienen razón; pero María es la madre
de Jesús y, como Jesús, además de hombre, es Dios, a su madre la podemos llamar
Madre de Dios. Así lo entendieron los obispos reunidos en Éfeso en el año 431.
Y desde entonces así la proclamamos, señalando la unión tan profunda con su
Hijo “en las penas y alegrías”, y también en la redención y en las gracias que
Dios nos va dando. Por eso es también nuestra madre espiritual y madre de
El nombre de Jesús se lo
puso el mismo Dios. Así el ángel se lo dijo a María y a José. Los israelitas
daban mucha importancia al significado, y Jesús significa “Dios salva”. Debemos
poner mucho amor y confianza al pronunciar este bendito nombre.
4. Jornada mundial de la paz. Este año, que es la 51 jornada de la paz, el papa Francisco ha escogido este lema: "Migrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz". El papa, recordando a los millones de emigrantes y refugiados que hay en el mundo, dice: “Con espíritu de misericordia, abrazamos a todos los que huyen de la guerra y del hambre, o que se ven obligados a abandonar su tierra a causa de la discriminación, la persecución, la pobreza y la degradación ambiental”. Ellos buscan vivir en paz. Para ello están dispuestos a arriesgar sus vidas, pasando muchas dificultades. Muchos huyen casi obligados por las guerras y demasiadas dificultades en sus tierras y buscan una tierra mejor. El papa nos propone a todos realizar cuatro cosas o pasos de atención. Les debemos acoger, proteger, promover e integrar; de modo que participen plenamente de la vida social del país que les acoja. Que María, madre de Dios y madre nuestra, nos ayude a que todos vivamos como hermanos..