COMPARTIENDO
EL EVANGELIO
Reflexiones
de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas
por radios de Capital y Gran Buenos Aires)
Fiesta
del Bautismo del Señor, Ciclo B
Evangelio
según San Marcos 1,7-11. (ciclo B)
Juan
predicaba, diciendo: "Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y
yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus
sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el
Espíritu Santo". En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y
fue bautizado por Juan en el Jordán. Y al salir del agua, vio que los cielos se
abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma; y una voz
desde el cielo dijo: "Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda
mi predilección."
EL
BAUTISMO DE JESUS
Estamos ante la figura de Juan
Bautista, que tiene una misión: preparar la venida del Reino, anunciar la
conversión de los pecados, saber que el Reino de Dios está cerca. Él es quien
tiene que anunciar, él es la voz pero no es la Palabra; la Palabra es el
contenido. Se da cuenta cuando dice “yo no soy digno de ponerme a sus pies para
desatar la correa de sus sandalias”, pero tiene una tarea y una misión.
La misión de Jesús, el Mesías, el Hijo
de Dios, es una bendición especial porque no sólo que desciende -esa bendición-
sino que permanece esa bendición. La presencia del Hijo de Dios, que vino a
este mundo, nos toca a nosotros en la tierra para que nosotros podamos tocar el
cielo. Este Cristo viene enviado por el Padre que lo confirma diciendo “este es
mi Hijo muy querido en quien tengo
puesta toda mi predilección.” Así comienza la vida pública de Jesús: Jesús es
enviado, tiene una misión, viene a cumplir la voluntad del Padre, es decir que
sabe a lo que va.
Su vida tiene un motivo, una
intención, una definición; esto nos
lleva a los creyentes a identificarnos con Jesucristo y es muy importante,
porque si uno tiene los mismos sentimientos de Cristo Jesús también va a
ejercer ser PROFETA -que anuncia el mensaje de salvación a todos los hombres-
ya que Él es el único y verdadero SACERDOTE, pues su sacrificio es aceptado por
el Padre. Él viene a ofrecerse -“nadie me quita la vida sino que la doy
libremente”- y se entrega por nosotros. Sacerdocio en este sacrificio único,
definitivo y redentor. Y es REY porque el Mesías, que era esperado, es el
salvador que libera, que anuncia, que sana y que reúne como Pueblo de Dios.
El Bautismo de Cristo nos hace entrar
en una nueva dimensión: somos parte del Pueblo de Dios. Y al ser parte de su
pueblo, también tenemos una vocación y una misión que cumplir; ambas se van a
plasmar en la medida que nos identifiquemos con Jesucristo en la oración, en la
contemplación y en el tratamiento de lo que es cumplir con la obra, con el
mandamiento, con los mismos sentimientos de Cristo Jesús. La fe sola no basta.
Esa fe tiene que ser expresada en el amor concreto.
Que el Bautismo de Jesús nos ayude a
vivir la dignidad de nuestro propio bautismo.
Les dejo mi bendición: en el Nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén