Palabras congeladas

 

Nos vamos convirtiendo lentamente en turriles de palabras congeladas. Se nos está secando la garganta y las cuerdas bucales van perdiendo su funcionalidad. Sólo acertamos a pronunciar monosílabos, un Sí o un No. Son los ‘clic’ a los que nos habitúa la tecnología. Ni siquiera la mirada acompaña la palabra. Son palabras huérfanas, vacías, desconectadas, mal-educadas. Comenzamos a gesticular sonidos o símbolos mecánicos en los que el corazón perdió el ritmo.

En nuestra fe cristiana la Palabra es Dios. Al pronunciar su Palabra, crea. Es Palabra creadora. Lo que pronuncia se significa. Dice “luz” y aparece la luz. Y para hacer al Ser humano, primero se fija en sí mismo como en un ‘boceto’ originario para hacerlo a su imagen y semejanza, es decir, Palabra creadora, iluminada, innovadora. A los primeros a quienes da su Palabra los llama ‘Profetas’ o sea, aquellos/as que anuncian su proyecto salvador y la realización del mismo.

Jesús irrumpe en su medio como Palabra que tiene autoridad. Realiza lo que pronuncia y cumple lo que promete. Promesa y Palabra en ÉL son lo mismo, es cumplimiento de las promesas y realización de la Palabra.  A su Palabra obedecen el mar, el viento, hasta los malos espíritus. Y es Palabra sanadora, restauradora del Ser humano en su dignidad primigenia, en su talante responsable y co-creador de nueva humanidad, cielos y tierra nueva.

Para los Israelitas, Moisés era Palabra-puente entre Dios y su pueblo. Les iba trasmitiendo su voluntad expresada en la Ley, en la Profecía, en la sabiduría. Y su palabra anunciaba la Palabra, el Profeta que vendría, la realización plena de su Proyecto salvador y liberador. Esa Palabra es Jesús, el humilde Profeta de Nazaret. Y a cuantos aceptan su Palabra y le siguen les da el poder de ‘profetizar’ con su testimonio, su silencio contemplativo, con su mirada puesta en el horizonte de la historia y su estilo de vida según el modelo Jesucristo.

Cochabamba 28.01.18

jesús e. osorno g. mxy

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