II Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo
B
DISPOSICIÓN DE UNO Y HOSPITALIDAD DEL
OTRO
Padre Pedrojosé
Ynaraja
1.- La
historia de Samuel es encantadora. Ya el preludio que nos ofrece el texto
sagrado, pero que hoy no se lee, es precioso. Ana, la madre de nuestro
protagonista, esposa de Elcaná, la esposa preferida
pero estéril, es un ejemplo de humildad y confianza. Como otras, honradamente,
ansían ser madres, pero su cuerpo no les responde. Lo consiguen la buena mujer,
por el favor divino y corresponde con la generosa entrega de su pequeñín al
sacerdote Elí. Su canto agradecido, el de Ana, inspiró el de Santa María en el
encuentro con Isabel, cuando fue a visitarla.
2.- Vamos al
relato que se nos ofrece en la primera lectura de la misa de este domingo. El
chaval se comporta como buen hijo de su madre y, en consecuencia también, como
digno servidor de Dios. Habla Señor, manda y dispón, que tu siervo escucha y
cumplirá. Su respuesta todavía debe servirnos a nosotros. En circunstancias muy
diversas, pero debe ser del mismo tono. Ignorando lo que implicarán, siendo
valientes. El chiquillo había entrado de monaguillo, fue sacerdote más tarde,
juez, profeta y coronador del primer rey de Israel. Sin acabar su vida, se le
dio el arriesgado mandato de escoger a David por rey ya que el primero había
salido rana. Peligrando su vida al desplazar con su unción al imberbe David, al
aun reinante Saúl, que se convertiría en rival del soberano… Y todo empezó con
una sencilla frase: habla Señor que tu siervo escucha y en el futuro repetir
tal fidelidad siempre. ¡Y anda!, hasta se apareció en sueños al desautorizado y
decrepito rey, intrigándonos con ello a nosotros, que todavía nos preguntamos
si es posible y honrado, invocar a los difuntos.(I Sm
28,12). Todavía en Tierra Santa, camino de Jerusalén a tierras del norte, se
nos indica: aquí Samuel juzgaba. Y uno piensa y se pregunta entonces, y os
invito a que vosotros mis queridos jóvenes lectores, también lo hagáis ¿me parezco yo a este hombre¿
3.- Jesús, vuelto del retiro, soledad,
silencio y ayuno en el desierto, entusiasma a algunos discípulos del Bautista.
El Precursor no se inquieta, no siente envidia de que se le vayan algunos
discípulos en pos del que él había anunciado. No es clueca espiritual, como
tantos hoy que impiden que alguno de sus pupilos se vaya con otro, no les
inquieta que junto a él no progresen en la vida espiritual, les enoja que se
vayan en pos de otro y con él mejoren.
Contemplad y
observad la historia, mis queridos jóvenes lectores. Contempladla y compararla
con la de tantos que no saben perder el protagonismo que ambicionan. Conviene
que Él crezca y yo disminuya, dijo un día. Le cortarán al cabeza, empequeñecerá
su cuerpo, perderá discípulos y no se enoja ni se queja a Dios
.3.- ¿Dónde
vives? ¿Podemos ir a tu casa? Los domicilios de hoy en día carecen de
habitación de forasteros, es una pena.. Para eso están
los hoteles, dicen los que tienen piso en la ciudad, refugio-albergue de
montaña y apartamento en la playa, sin que quepa nadie más que ellos en los
ámbitos de su propiedad.. No son hospitalarios. Pero
por serlo Él, el Maestro, consigue que se le junten los primeros apóstoles. Y a
estos primeros les seguirán otros. Ellos mismos se encargarán de anunciarlo.
Desde el principio hubo misioneros, porque ellos y ellas ofrecerán su casa al
Maestro y a sus amigos.
4.- Era poco
después del mediodía, lo recuerdan bien. Lo explicaran a otros. Cederán
protagonismo sin molestarse. Lo digo porque habréis observado, mis queridos
jóvenes lectores, que Andrés fue el que convenció a Simón, que fue después
llamado Quefas, pedrusco o roca en nuestra lengua, Petron en griego, Pedro en nuestras ediciones.
De esta
manera tan modesta empieza la gran misión que el Padre eterno encomienda al
Hijo predilecto, movido por el Espíritu. Sin proclamas, sin pasquines, sin
manifestaciones, sin mítines, el Reino es cosa muy diferente a los proyectos
políticos, no lo olvidéis ni lo queráis ignorar.