2ª semana del tiempo
ordinario. Jueves: Mc 3, 7-12
Vemos hoy en el evangelio que una gran
muchedumbre sigue a Jesús. Se parece a algunos sucesos anteriores en que Jesús
curaba algunos enfermos, siempre haciendo el bien y predicando su doctrina;
pero ahora lo hace entre la contradicción de los fariseos que orgullosos veían
mal que la gente acudiera tras Jesús.
Esta muchedumbre es de
gente sencilla, que vienen unos de tierra judía y otros de tierra pagana,
atraídos todos por lo que han oído sobre las obras de Jesús. No son rechazados
por Jesús, porque tiene compasión de esa gente, como otras veces lo había
dicho, pero ve que además de ser gente ignorante, están equivocados en algo muy
importante. La gente le seguía casi exclusivamente porque les curaba. Ellos no
se preocupaban de aprender algo o de mejorar en su espíritu, sino que buscaban
una salvación, que en definitiva iba a ser muy temporal, no para la vida
futura. Ellos le tienen a Jesús como algo mágico, de modo que se quieren
abalanzar sobre él; pero, sin rechazarlos, procura apartarse y se sube a una
barca. Hoy también hay muchas personas que siguen a
Esto de la barca tiene dos
sentidos o dos finalidades. Una es, como he dicho, el evitar que le toquen con
ese sentido mágico; pero también es para tener la oportunidad de poder hablar
mejor, de modo que más personas, que estaban junto al lago, le pudieran oír y
ver. Hoy Jesús usaría los altavoces, la radio y la televisión, como lo hace
también
El dueño de aquella barca
sentiría la bondad y el agradecimiento de Jesús. También Jesús nos pide
nuestras barcas para predicar. Barca para Jesús puede considerarse cuando una
familia presta su casa para un encuentro espiritual, como sucede a veces en las
misiones populares. Pero barca para Jesús es sobre todo nuestro ser, nuestra
voz o nuestras manos, cuando son instrumento de evangelización. A Jesús no
basta con oírle, sino que es necesario reconocerle en medio de las alegrías y
contratiempos de la vida. Jesús no se fía de las aclamaciones de la multitud,
que a veces se entusiasma por cosas pasajeras, sino que desea el entusiasmo que
cada uno ponga en lo profundo de su corazón, reavivando su fe quizá adormecida.
Lo mismo que en el
evangelio, hoy también hay muchedumbres que andan necesitadas de la verdad y de
la misericordia de Jesús. Algunos acuden sin saber por qué; pero hay otros
muchos que están necesitados y no acuden a Jesús, como solución a los problemas
de la vida. Muchos no lo hacen por culpa de nosotros que nos sentimos cómodos
en