COMPARTIENDO
EL EVANGELIO
Reflexiones
de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas
por radios de Capital y Gran Buenos Aires)
Tercero
durante el año, Ciclo B
Evangelio
según San Marcos 1,14-20 (ciclo B)
Después
que Juan Bautista fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la
Buena Noticia de Dios, diciendo: "El tiempo se ha cumplido: el Reino de
Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia". Mientras iba
por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que
echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo:
"Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos
dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de
Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las
redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo
con los jornaleros, lo siguieron.
¡DIOS
NOS SIGUE LLAMANDO…HASTA EL FINAL!
Queridos hermanos, la raíz de este
llamado, de esta convocatoria, de esta invitación que Jesús hace, se produce
después del Bautismo del Señor -donde no solo tiene la confirmación de que la
Gracia desciende, sino que la Gracia permanece en Él- fuerza del Padre y del
Espíritu Santo que Él viene a cumplir una misión, viene a hacer la voluntad del
Padre, porque Él es el enviado.
Con ese envío que Él recibe, también
elige algunos hombres para que también ellos sean enviados. Así elige a Andrés,
a Simón, a Santiago, a Juan y a tantos otros. Los llama de un modo personal
porque esa respuesta también debe ser personal y ese llamado, que es un don gratuito un regalo
de Dios, también es una conquista y una respuesta del otro. Siempre don y
trabajo, don y conquista, don y aceptación. Él se nos da, Él se nos brinda, Él
irrumpe en nuestra vida misteriosamente, pero también misteriosamente está
esperando de nosotros una respuesta.
Dios jamás hace abuso de su propuesta;
sí nos propone libremente, también nosotros tenemos que dar una respuesta
libremente. “Si quieres, te llamo, te busco, te encuentro.” Es así que está de
parte nuestra darnos cuenta, responder y obrar en consecuencia. Todo llamado
vocacional es un proceso que -de alguna manera y no hay que olvidarse- es una
definición.
El tiempo del Reino se ha cumplido y
se sigue cumpliendo en cada uno de nosotros; Dios nos sigue llamado a cada uno
hasta el final: a los que están consagrados, al Obispo, a los que llama en las
filas de nuestras familias o comunidades donde Dios propone no impone pero sí
espera una respuesta, libremente.
Queridos jóvenes, el Señor sigue
llamando hoy para que ustedes escuchen las necesidades en la Iglesia. ¡Cuántos
jóvenes necesitan el testimonio de ustedes que son jóvenes! ¡Cuántos ancianos
que están solos necesitan del consuelo y de la alegría de ustedes! ¡Cuántos
niños que están abandonados, descartados, divididos por las fracturas de las
familias y de tanto tiempo! ¡Cuánta gente necesita que uno ponga la oreja para
escuchar y para responder!
¡Veamos las necesidades, pero también
hagámonos responsables de ellas! Siempre, los llamados que el Señor hace no son
para desentendernos de la realidad, sino para ocuparnos de esa realidad con
mayor responsabilidad. El que es llamado por Jesucristo es para amar más, es
para vivir el sacrificio, es para hacer la voluntad del Padre y para poder
servir a la comunidad. Pidamos al Señor que siga llamando y que haya jóvenes
que, sin miedo, sigan respondiendo.
Les dejo mi bendición: en el Nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén