D O M I N G O   III    (B)  (Marcos, 1,14-20)

Un verdadero encuentro con Cristo, transforma la manera de valorar la vida.

 

- El encarcelamiento de Juan Bautista marca el final de su misión como Precursor y da lugar al comienzo de la vida pública de Jesús en Caná de Galilea con la que, - según el Evangelio de hoy -, Jesús inicia una llamada a la conversión y a creer en la buena nueva del Evangelio.

- No siempre los cristianos llegan a captar la exigencia de esa  conversión que Cristo nos pide. A una mayoría de cristianos la palabra conversión les sugiere, simplemente, dejar una vida de pecado. Sin embargo, la conversión que Cristo nos pide, va mucho más allá. Nos compromete, no sólo a dejar el pecado sino,  a un cambio de mentalidad y a “funcionar” ya con una nueva visión de las realidades humanas  y una nueva jerarquía de valores.

- La radical respuesta que (como acabamos de leer), dan a Jesús aquellos pescadores de Galilea, dan una idea de ese tono de exigencia que conlleva la conversión. Hasta ese momento, lo fundamental en sus vidas, para aquellos hombres, había sido: su familia, sus redes, sus barcas, su trabajo, su negocio.....pero, a partir de aquel, “venid conmigo” de Jesús, todo cambia en la mente de aquellos hombres. El valor de  aquellas  realidades humanas queda relativizado. El centro de sus vidas ya será, Jesús.

 

- Si queremos ser cristianos de verdad, auténticos seguidores de Jesús,  tenemos que empeñarnos en ese cambio de mentalidad, en esa nueva valoración de las realidades humanas a la luz del Evangelio. Y, hemos de reconocer que, pocos cristianos se plantean la necesidad de ese cambio de mentalidad en sus vidas.

- ¡Que bien lo entendió y lo expresaba aquella mujer sencilla que, se había encontrado con Cristo y que trataba de servirlo a través de su profesión de cocinera! “Yo antes, - decía después de su conversión-, simplemente pelaba patatas. Ahora sé que, pelando patatas, agrado a Dios y me santifico”.

- Desde esta “metanoia”, cambio de mentalidad, se transforma todo: el concepto del trabajo, del tiempo, de los bienes de este mundo, de mis semejantes, de lo que es relativo y de lo es absoluto….

- Resumiendo. Nuestro empeño constante por aplicar esta mentalidad cristiana a nuestra vida ordinaria es lo que, realiza nuestra conversión  y nos lleva por el camino de santidad que Dios quiere de nosotros. Descuidar esta preocupación, nos hace vivir como paganos, aunque estemos bautizados.

                                                                                                      Guillermo Soto