5ª semana del tiempo ordinario.
Sábado: Mc 8, 1-10
Hoy nos trae el evangelio
de san Marcos la segunda multiplicación de panes y peces. ¿Es la segunda o es
la única contada con detalles diversos? Hay divergencias entre los comentadores
bíblicos. Los que opinan que puede ser que sólo hubiera una multiplicación
expresan que ese milagro impactó mucho a los apóstoles. Por lo cual lo
comentaron bastante entre ellos y se les quedó muy grabado, de modo que lo
narran los cuatro evangelistas.
Pero san Marcos aquí, según
algunos, lo repitió, ya que la primera narración tenía tintes judíos en cuanto
a los números (el doce) y pequeños detalles apropiados para ellos. Sin embargo
esta narración, además de lo simbólico que podría ser el “venir de lejos”,
están los números siete y cuatro mil, más propios de los griegos.
Lo importante para nosotros
son los mensajes que este suceso nos da. En primer lugar vemos que seguía a
Jesús una gran muchedumbre. Extraña a veces que tanta gente siguiera a Jesús
por lugares alejados sólo por escuchar la “Buena Nueva”. Claro que muchos le
seguían por curiosidad o buscando su propio provecho debido a la fama que las muchas
curaciones milagrosas habían dado ya Jesús.
Hay quienes piensan que por
entonces estaba muy excitada la esperanza mesiánica. En parte lo habían
excitado grandes y santos hombres como san Juan Bautista; pero en parte por
varios fanáticos y falsos profetas que se llamaban inspirados y que pretendían
levantar al pueblo en plan político. Los que se dejaban influenciar por esta
idea buscaban algún jefe que les llevase a mantener las esperanzas. Jesús, con
sus hechos milagrosos reunía esos valores.
El hecho es que mucha gente
seguía a Jesús, quizá más de lo que habían pensado y se les habían terminado
los alimentos que podían haber llevado. Y Jesús tuvo lástima de toda esa gente.
La lástima de Jesús hace que quiera solucionar el problema. Y es lo que nos
enseña también a nosotros. Él podía haberlo solucionado de varias maneras
pensando en el modo milagroso; pero quiere que colaboren los apóstoles.
Así ha sido en toda la
historia de
Jesús no nos va a pedir lo
que no podemos, pero sí lo que tenemos. Él quiere actuar a través de nuestras
personas, de nuestros sentidos y valores. Cuando un misionero le entrega su ser
y se pone a la entera disposición del Señor, Él hace maravillas, sea misionero
en tierras lejanas o en su propia casa.
Jesús tomando los siete
panes, dando gracias, los partió y los dio a los apóstoles. Todo esto nos
recuerda extraordinariamente el acto de la institución de
Nosotros no podremos
multiplicar los bienes materiales, pero podemos multiplicar la paz, la
esperanza, la alegría. Para ello no hace falta el poder de hacer milagros, sino
el tener un gran corazón donde muchos tengan cabida.
Mientras tanto y siempre
demos gracias a Dios por todo. La mejor manera es participando en