VI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo
A
ES DE BIEN NACIDO SER AGRADECIDO
Padre Pedrojosé
Ynaraja
Así dice el
refrán castellano. Y este es el mensaje de la lectura evangélica. Me detengo en
la segunda lectura, el fragmento de la primera carta de Pablo a los cristianos
de Corinto. Afirman muchos que están agobiados y que no tiene tiempo. Tal vez
vosotros también, mis queridos jóvenes lectores, penséis lo mismo. Al
despertarnos, recibimos el día como una jornada nueva, aprovechable, útil, sin
estrenar. Sin diferencias. Siempre el día dura lo mismo.
2.- Ahora
bien, pueden vivirse las horas del reloj atolondradamente, sentir miedo a
escoger y decidir, no hacer nada, porque nada vale la pena hacer. Diferentes y
muchas más, son las actitudes negativas. Las ambiciosas, nunca quedan
satisfechas. La vida es un fracaso, habréis pensado a veces, sin llegar a sufrir
depresión clínica. Por justo y equilibrado análisis. Contentaos con escuchar,
meditar y proponeros imitar a Pablo. Donde él dice comer o beber, leed vosotros
estudiar, competir deportivamente, comprometeros en política, sindicato o
asociaciones de barrio, ayudar en casa.
3.- Hacedlo
todo para gloria de Dios y sentiréis el gozo de la vida. Aunque no triunféis en
concursos o campeonatos. Aunque no dispongáis de demasiado dinero. Con los
bolsillos vacíos se puede dar gloria a Dios e irse a dormir feliz. Se da gloria
a Dios ayudando a los demás. Dios ama al que da con alegría (II Cor 9,7). Se vive sereno si se procura contentar a todos y
no desviar a nadie del camino del bien con el propio mal comportamiento. Que
eso es escandalizar. ¿Os atrevéis a decir, como afirma Pablo de sí mismo:
seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo? Preguntáoslo sinceramente.
4.- La lepra
es una enfermedad emblemática. El que la sufría estaba condenado a vivir
muerto. Alejado de la población, incomunicado, temido, sin siquiera desear ni
hacerle mal a los demás. No podía compartir con nadie. Raoul
Follereau, el intelectual periodista, hijo de familia
noble, encontró leprosos durante un viaje por el desierto y, sin siquiera poder
hablar con ellos, su vida cambió. Su testimonio es impresionante. Sus
iniciativas admirables.
5.- Los
síntomas de la lepra, en sus inicios, se presentan como degeneraciones
cutáneas. Existen otras enfermedades de semejantes apariencias. Baste recordar
la ictiosis o la psoriasis, ambas de origen genético y de diagnóstico benigno,
ni graves, ni contagiosas, pese a las molestias que puedan ocasionar y que
remiten precisamente junto al Mar Muerto. (Sea la presión atmosférica, 400m
bajo el nivel del mar, el alto grado de humedad, el calor asfixiante y la
composición química de sus aguas, disminuyen las molestias).
6.- Os lo
recuerdo, mis queridos jóvenes lectores, para que comprendáis que el pueblo de
Israel se había dotado de precauciones de obligado cumplimiento, respecto al
diagnóstico de la enfermedad que nos ocupa. A la casta sacerdotal se le asignaban
también funciones en el Templo que no eran puramente rituales. Existía un
recinto junto al atrio de las mujeres donde los sacerdotes observaban al
enfermo que acudía en busca de un “certificado” y dictaban, si era el caso, que
su mal no era la temida lepra.
7.- El Señor,
en el momento del milagro, estaba en una ciudad, nos lo dice el relato paralelo
de Lucas. La persona que se le acerca, pues, no cumple las reglas. La gente
diría que apestaba y se apartaría. El Maestro lo primero que hace es tocarle. Al
buen hombre el roce le sabría a caricia. Estaba arrodillado, signo de humildad,
Jesús lo contemplaría con cariño. El dialogo es muy sencillo, sin expresiones
que pudieran extrañar a nadie. Deseo limpiarme, dice el leproso. Lo quiero,
añade a continuación el Señor. Se despide advirtiéndole que se presente a los
sacerdotes para ser observado y aceptado en sociedad. Su Persona y su Misión
están muy por encima de la gente del Templo, pero no quiere irritarles, no es
el momento oportuno. La doctrina y el proceder del Maestro no están atada a las
normas sociales, pero no es hora de plantear disputas. Este proceder merece un
pequeño análisis.
8.- Habréis
observado, mis queridos jóvenes lectores, que el deporte favorito de ciertas
personas es meterse en líos y discutir. Si no lo hacen, no están tranquilos.
Allí donde aparecen de inmediato hay disputa. Impiden la intervención de los
demás, lo que importa es importunar, llevar la contraria. El Maestro no quiere
desviarse de la misión que le ha encomendado su Padre y en aquel momento no
toca entretenerse y enfrentarse. Desde la calma se siembra mejor la Buena
Nueva. Le dice al buen hombre que no divulgue lo ocurrido. Pero el
agradecimiento no lo puede esconder. Agradecer es una manera de amar.
9.- “Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la Palabra de Dios y, considerando el final de su vida, imitad su fe” (Hb 13, 7) es bueno recordar ahora este otro texto. De este leproso debemos aprender hoy. ¿somos agradecidos? Agradecidos a Dios y a los que han sido nuestros benefactores. ¿Ocupamos suficiente tiempo en dar las gracias, en obrar de acuerdo con el refrán que titula el presente mensaje que os he dirigido?