Cuando las piedras gritan

 

Conocemos el mundo de los indignados. Escuchamos el clamor ensordecedor de las huelgas y manifestaciones públicas en demanda de reivindicaciones justas y derechos inalienables conculcados muchas de las veces por gentes amañadas y genéticamente inconmovibles. Y últimamente nos sobrecoge el estruendo de la naturaleza expresado en voces tan siniestras como los tsunamis, las inundaciones, las aguas torrenciales que lo invaden y destruyen todo a su paso.

Hay un grito de humanidad. Y una sordera empedernida de élites des-humanizadas. La Pasión de Cristo revive, actualiza este drama: El dolor de los pobres frente a la satisfacción permisiva e insultante de los dueños del culto, o de la riqueza, o de la política. Usan sus mecanismos de defensa para querer acallar apelando a la ley y al orden. “Diles que callen” se repite hoy en todos los escenarios de lucha, de confrontación, sobre todo, cuando se ven amenazados.

Las palabras de Jesús resuenan todavía como eco palpitante: “Si éstos callan, gritarán las piedras”. Hay una rebelión hoy contra todo poder injusto, contra todo afán de acallar el grito despiadado y agigantado de la humanidad que sufre. Cuando los victimarios llegan hasta el extremo de su perfidia, entonces es cuando gritan las piedras… Y con ellas todas, la Madre naturaleza que clama en dolor partido, su desolación e impotencia ante la devastación de los recursos naturales.

Y el grito de las piedras queda como signo de protesta para decirnos que los dictadores no pasarán. Que la reivindicación de las víctimas es posible. Que la pasión sanguinaria de los victimarios no quedará sepultada en el silencio de su complicidad. Que la justicia se abrirá paso por encima de todas las componendas políticas. Que la verdad brillará como luz incandescente para revelar las causas y los secretos que empoderan la unidad de todas las víctimas de la historia asumidas en la exaltación del Crucificado.

Cochabamba 25.03.18

jesús e. osorno g. mxy

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