CICLO A
TIEMPO PASCUAL
DOMINGO DE PASCUA DE
LA RESURECCIÓN DEL SEÑOR
Culminamos el
santo Triduo Pascual. Desde la tarde del Jueves Santo hasta hoy domingo, el día
sin ocaso que se prolongará hasta el próximo, hemos venido recordando,
actualizando y celebrando la Pascua del Señor, su paso de la muerte a la vida.
Hoy celebramos al Crucificado-Resucitado, muerto por nuestros pecados y
resucitado para nuestra justificación y glorificación. Ha resucitado el Señor.
El pecado y la muerte han sido vencidos: muriendo destruyó nuestra muerte y
resucitando restauró la vida.
Cristo Jesús no
sólo volvió a la vida (como Lázaro, que murió una segunda vez). La muerte ya no
tiene dominio sobre Él. Al pasar por nuestra muerte, Cristo la ha vencido y la
ha convertido en un paso hacia una vida eterna y gloriosa. Al resucitar el
hombre Cristo Jesús, igual en todo a nosotros menos en el pecado, ya no está
sujeto a las limitaciones y penalidades de la condición humana. El
Crucificado-Resucitado ha sido plenamente glorificado.
Pero además,
Cristo nuestro Salvador es la primicia, el primero de la serie, es el guía de
nuestra salvación. Él va por delante abriéndonos camino. Es la causa de nuestra
resurrección y glorificación. Por eso, es “nuestra alegría y nuestro gozo”
(Salmo responsorial). Cristo es el primero de un proceso salvador que ha de
seguir en virtud de la voluntad de Dios para todos los que le pertenecen. Que
la Iglesia llegue a la gloria de la resurrección, pedimos en la oración después de la comunión.
La vinculación
eficaz de la resurrección de Cristo con nosotros se realiza ya ahora. Mientras
vamos de camino, recibimos la gracia de Dios, que es la gloria de Dios.
Verdaderamente hemos resucitado con Cristo (Segunda lectura). No es una forma
piadosa de hablar. Es una realidad: participamos ya ahora en el misterio de la
vida gloriosa del Crucificado-Resucitado. Por la fe y el bautismo estamos
unidos a Él: “Fuisteis sepultados con Él y habéis resucitado con Él, porque
habéis creído en la fuerza de Dios que lo resucitó de entre los muertos” (Col
2, 12). Dios nos ha abierto las puertas de la vida por medio de su Hijo,
vencedor del pecado y de la muerte (Oración colecta).
MARIANO ESTEBAN CARO