CICLO A
TIEMPO PASCUAL
IV DOMINGO
Las tres oraciones
de la misa de hoy hacen llegar hasta nosotros el hálito vital de gozo y alegría
de la Pascua Florida, como enseñaban los antiguos catecismos. Dios nos ha dado
ya a nosotros, su Iglesia, el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo,
porque el débil rebaño de los creyentes tenemos parte en la admirable victoria
de nuestro Pastor. Así la actualización de este misterio de salvación es para
nosotros fuente de gozo incesante y eterno.
La figura de
Cristo Resucitado, que coronado de gloria, es el guía de nuestra salvación (Heb 2, 9-10) aparece en las tres lecturas de este domingo:
Cristo Señor y Mesías (Primera lectura), pastor y guardián, cuyo ejemplo –sus
huellas- hemos de seguir (Segunda lectura) camina delante de nosotros, abriéndonos la puerta de nuestra
salvación, de la vida abundante, de la vida eterna (Evangelio).
Que Dios,
resucitando al Crucificado, lo ha constituido Señor, es una afirmación
fundamental de la más primitiva comunidad cristiana. El título de Señor, aplicado a Cristo, está
en relación con su resurrección y con su presencia en la comunidad. Es tal la
fuerza de su resurrección que Cristo ha sido exaltado y puesto a la derecha del
Padre para interceder por nosotros. Por Él tenemos acceso a Dios. En la primera
lectura Pedro explica cuál debe ser nuestra actitud ante el
Crucificado-Resucitado, Señor y Mesías: convertirnos, es decir, cambio de vida
como exigencia permanente, y bautizarnos en el nombre de Jesús, que es vivir
inmersos en Cristo y unidos vitalmente a Él. Así se nos perdonarán los pecados
y recibiremos el Espíritu Santo, que desde dentro de nosotros nos irá
transformando a imagen de Cristo.
Pastor y guardián
de nuestras vidas, Cristo nos amó hasta la muerte. Sus heridas, viva
manifestación de su amor, nos siguen curando. Los cristianos hemos de seguir
este ejemplo de entrega hasta la muerte por amor, muriendo al pecado y viviendo
para la justicia (Segunda lectura).
Cristo es la única
puerta para llegar a Dios: quien entra por Él se salvará, tendrá la vida de
Dios y en abundancia. Cristo es camino, verdad y vida. También el Evangelio nos
presenta a Cristo como nuestro Buen Pastor. Él nos llama a cada uno por nuestro
nombre y camina delante de nosotros. En tiempos de Jesús los pastores, por la
noche, reunían en un mismo aprisco todos los rebaños y los guardaban por turno.
A la mañana siguiente, cada pastor iba llamando a sus propias ovejas. Ellas
reconocían la voz de su pastor y seguían tras él. Reconocer la voz de Cristo y
seguirlo confiada y valientemente por los caminos de la vida define al
cristiano, que, antes que nada, es un seguidor de Cristo (Evangelio).
MARIANO ESTEBAN
CARO