IV D O M I N G O
D E C U A R E S M A (Juan, 3, 14-21)
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- Tradicionalmente, hoy es el domingo "de la
alegría". Cuando los textos de
- Y, alegría ¿por qué? ¿No estamos en el Tiempo de
Cuaresma que más bien invita a lo contrario? Los textos de
- Tengo la sensación de que los predicadores interiorizamos
poco en esta maravillosa realidad que es, el amor que Dios nos tiene. A este respecto, no deja de ser significativo
que, la única definición de Dios en el N.T. sea esta: “Dios es amor”, que nos ofrece San Juan y la repite San Pablo (1ª
Jn. 4-8)
- Dios nos ama
desde toda la eternidad. Así nos lo recuerda
San Pablo: "El amor de
Dios nos predestinó antes de la constitución del mundo para que fuésemos santos
e inmaculados en su presencia" (Ef. 1-4)
- Pero, ese
amor eterno de Dios a los hombres, se nos ha ido manifestando gradualmente
y por etapas. Son muchos los pasajes del Antiguo Testamento que nos hablan ya de
ese amor que Dios nos tiene. Valgan estas dos citas:
: "Aunque
una madre se olvidara de sus hijos, yo jamás me olvidaré de vosotros" (Isaías 49, 15-17)
"Así dice Yavé
a los que os han despojado: Quien os toca a vosotros, toca la pupila de mis
ojos" (Zac. 2,12)
- Pero, quien, definitivamente, nos ha revelado toda
la hondura de ese amor que Dios nos tiene, ha sido Jesucristo, el amor de Dios
hecho hombre.
"Tanto amó Dios al mundo que le dio
a su propio Hijo Unigénito".
- Jesús nos invitaría a no preocuparnos en exceso por
las cosas materiales, la comida y el
vestido, “porque Dios, vuestro Padre os ama y sabe que tenéis necesidad
de ello”. “Porque somos más –
puntualizará - que las aves del cielo y
las flores del campo”.
- Pero, entre
todas las muestras del amor de Dios, hemos de destacar dos:
1ª)
"Ved
que amor nos ha tenido el Padre, que ha querido que nos llamemos hijos de Dios
y lo seamos" (I Jn.3-1). >>>>>>>>
2ª) Y, sobre todo, su costosa y amorosa Redención.
"Tanto
amó Dios al mundo que dio su Hijo unigénito para que todo el que crea en El no
perezca, sino que tenga la vida eterna" (Jn.14-23).
Amor personal y constante.
- El amor de Dios no es un amor abstracto, genérico.
Es un amor personal y fiel porque El, no deja de amarnos y ayudarnos, ni
siquiera ante la ingratitud de nuestro amor, por el pecado.
Ahí están para confirmarlo:
- Las parábolas del hijo pródigo, de la oveja y
la dracma perdida.
- La institución del Sacramento del perdón y misericordia sin límites.
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Y..., ¡en el colmo de la “locura”!, la institución del Sacramento de la Eucaristía en el que, quiso perpetuar su real
presencia como singular prueba de su amor a los hombres: “Habiendo amado a los suyos, los
amó hasta el extremo”
¡Laetare! = ¡Alegraos! ¡Tenemos un Dios que nos ama!
- ¡Este es el mensaje del 4º Domingo de Cuaresma! Guillermo Soto