CUARESMA
– DOMINGO DE RAMOS B
(25-marzo-2018)
Jorge Humberto Peláez S.J.
Acompañemos
al Señor en el camino de la cruz
ü Lecturas:
o Isaías
50, 4-7
o Carta
de san Pablo a los Filipenses 2, 6-11
o Marcos
14, 1—15, 47
ü Durante
las semanas anteriores nos hemos preparado para celebrar el hecho más
significativo de la historia de la humanidad: El Hijo eterno del Padre, que se
ha hecho hombre por amor a nosotros, muere crucificado para que nuestros
pecados sean perdonados. Su muerte en la cruz no pone punto final a su
testimonio de entrega; el Padre lo resucita de entre los muertos y lo proclama
Señor del universo.
ü Estos
acontecimientos son motivo de escándalo para muchos. Analizados a la luz de la
lógica humana eran un absurdo impensable, pero el amor infinito de Dios hizo
que sucediera lo inimaginable.
ü En
las ceremonias del domingo de Ramos comienza una semana de gran intensidad
religiosa. Los motivo para que no seamos simples espectadores, sino actores
presenciales de algo que nos supera; estamos ante la más horrenda tempestad de
odio que se haya desatado contra un inocente.
ü Iniciemos
esta semana procurando descifrar los sentimientos del corazón de Cristo. Cuando
Él se acerca a Jerusalén, sabe lo que le espera. El conflicto con los
dirigentes religiosos ha llegado a un punto de no retorno, porque Jesús ha
desenmascarado sus manipulaciones y trampas. Sus enemigos han llegado a la conclusión
de que deben eliminarlo, y acechan la ocasión propicia. Jesús, conocedor de lo
que le espera, siente miedo. Pero no vacila en su total obediencia a la misión
que le ha asignado el Padre. Llegará hasta el final.
ü Sus
discípulos están muy nerviosos, porque han llegado hasta ellos los rumores de la
conjuración que se ha puesto en movimiento contra su Maestro. Ellos, que lo han
oído predicar y han sido testigos de sus milagros en favor de los que sufren,
están aterrados. En consecuencia, Jesús encuentra poco apoyo en sus inmediatos colaboradores;
Él, la víctima, debe consolarlos y animarlos.
ü No
asistamos a las ceremonias de la Semana Santa con el gesto aburrido de quien ha
visto la misma película en repetidas ocasiones. Dejémonos sorprender por los
acontecimientos que conmemoramos a través de la liturgia:
o El
Jueves Santo valoremos el gesto humilde de Jesús que lava los pies de sus
discípulos e instituye el sacramento de la Eucaristía, que es el regalo más maravilloso
que podemos recibir; sus palabras nos llenan de esperanza: “El que come de este
pan vivirá para siempre”.
o El
Viernes Santo acompañemos al Señor por la Vía Dolorosa. La brutalidad humana se
enseña contra este hombre cuyas manos no hicieron otra cosa que bendecir y
ayudar. Las últimas palabras que pronunció desde la Cruz son un inolvidable testamento
espiritual.
o Y
cuando parecía que todos los sueños de unos cielos nuevos y de una tierra nueva
habían sido sepultados bajo la piedra del sepulcro, al amanecer del domingo los
primeros testigos descubren la tumba vacía y escuchan el mensaje de los ángeles
que anunciaban que el Señor estaba vivo.
o No
registremos con apatía este anuncio: ¡El Señor vive! ¡Ha triunfado sobre la muerte!
¡Su triunfo es nuestro triunfo y es fuente de esperanza!
ü Hoy
domingo de Ramos empezamos a celebrar estos acontecimientos que cambiaron el
curso de la humanidad.
ü Después
de estos comentarios generales sobre el significado de la Semana Santa, focalicémonos
en el sentido del Domingo de Ramos
ü Durante
siglos, los profetas habían anunciado que un descendiente de la estirpe de David
reinaría para siempre en la ciudad santa. Pues bien, ese día ha llegado. Jesús,
el Mesías, entra solemnemente en Jerusalén, la ciudad de David, capital
religiosa y política.
ü Pero
se trata de una toma de posesión muy curiosa, atípica. El Mesías no entra
rodeado del esplendor de los desfiles militares. Lo hace con absoluta
sencillez. Sin pretensiones. Para comprender esto vale la pena repasar el texto
de la Carta de san Pablo a los Filipenses que acabamos de escuchar: “Cristo,
siendo Dios, no consideró que debería aferrarse a las prerrogativas de su
condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo tomando la
condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres”.
ü El
Mesías que toma posesión de su capital no se comporta de acuerdo con el guion
convencional que sería de esperar en circunstancias tan especiales. Entra en un
burrito, y son los pobres y los niños quienes le dan la bienvenida y ven en Él
al enviado de Dios; su mirada simple percibe lo que los poderosos, cegados por
el odio, eran incapaces de valorar.
ü La
manera como el Maestro entra en Jerusalén es una elocuente lección para la
presencia de la Iglesia en medio de la sociedad. La comunidad rechaza a aquellos
pastores que actúan como poderosos señores y exigen que les rindan homenajes.
Los pastores de la Iglesia serán acogidos en la medida en que se presenten como
servidores de la comunidad.
ü Vivamos,
pues, estos días santos con recogimiento. Acompañemos al Señor en el
cumplimiento de su misión. Y agradezcamos su inmensa generosidad al dar su vida
por nosotros.