DOMINGO DE PASCUA 1º. , Ciclo B

DOMINGO DE TRIUNFO Y DE VICTORIA

Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la Víctima propicia de la Pascua.

Hoy celebramos la Pascua de Jesús, que nos conecta con la fiesta más importante de los judíos y que Cristo renueva hasta hacerla la nueva y definitiva Pascua. La Pascua de los judíos tenía mucho de historia, de recuerdos, pero también miraba hacia el futuro, cuando el Salvador tomara el lugar del cordero que se pedía para cada familia. Ya no serán corderos, animales machos sacrificados, sino Cristo mismo, inmolado voluntariamente  por todos los hombres. Y hoy es el día de su triunfo.

Cordero sin pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza. Dios y los hombres, unidos en la misma persona, Cristo, el Hijo de Dios en una alianza que tiene la novedad de que ahora se realiza entre el Creador y el nuevo pueblo de Dios, con una alianza que no será posible romper porque se trata no de la criatura que pacta con su Señor sino de Cristo mismo que se ofrece voluntariamente por los hombres como su  Salvador.

Lucharon vida y muerte en singular batalla y, muerto el que es la Vida, triunfante se levanta.

¿Qué se hizo el cuerpo del Señor?  María Magdalena, y los Apóstoles,  los enemigos, y los soldados, todos pendientes, porque el cuerpo no aparecía y mientras no apareciera no podría haber fiesta. Lo más que lograron encontrar fueron los sudarios que envolvían el cuerpo del Señor. Nadie fue testigo de un hecho tan grande, tan grande que excede toda consideración humana, pues hecho como la resurrección de Cristo no tiene igual entre los hombres. Fue la primera vez y la única en que el Creador decide tomar cartas en el asunto, y cuando todos pensaban que el asunto está terminado con la muerte de Jesús, el Padre decide que es el momento de hablar, y resucita a su Hijo Jesucristo para gloria de todos los hombres.

¿Qué has visto de camino, María, en la mañana? A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja.

Menudo susto se llevó la Magdalena cuando visita la tumba del Señor y lo único que aparece es la tumba vacía. No hay ángeles, sólo una profunda soledad, que es llenada cuando los apóstoles Juan y Pedro vistan la tumba y aceptan que el Señor   Jesús ya les había anticipado lo de su muerte, pero también lo de su resurrección, aunque a decir verdad, nunca le entendieron. Era tan grande lo que les anunciaba y era tanto el precio que tenía que pagar, que preferían hacerse tontitos antes de dar su anuencia y su aprobación, porque eso llevaba aparejada su propia entrega y su generosidad en bien de la primitiva Iglesia y en bien de todos los hombres.

¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza! Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua. Qué dolor para Cristo el de su entrega, sus clavos, sus espinas y su cruz. Qué miedo el de Getsemaní, cuando sudó gruesas gotas de sangre, agotado por aquella impresión. Pero ahora todo había pasado, ya no había dolor, ya no había llanto, ni sangre, sino el gozo, la alegría de todo un Dios que determina la paz para los suyos, aún para aquellos que habían determinado su muerte. Para Jesús todos los hombres están llamados a la salvación, aunque no todos acepten la salvación que él  trae.

 Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda. No era posible que el que había venido a traer vida estuviera muero y para siempre. Había que volverlo a la vida, y pronto, tan pronto como los tres días que él había determinado para responder al llamado de su Padre que lo llamaba a entregar todo aún la misma vida para que todos tuvieran vida y la tuvieran en abundancia.

Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa.  Si Cristo venció, fue por nosotros y para nosotros, de manera que la alegría de todos los creyentes, tiene que ser grande, porque grande es la bondad del Padre que por la entrega de su Hijo hizo posible la salvación para todos hombres

.El padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en alberami@prodigy.net.mx