SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA
(Año Par. Ciclo B)
Lecturas bíblicas:
Abrimos nuestra Biblia y buscamos:
a.- Hch.4,32-35:
Todos pensaban y sentían lo mismo.
b.- 1Jn. 5,1-6: Nacidos de nuevo para una esperanza viva.
c.- Jn. 20,19-31: A los ocho días llegó Jesús.
Esquema
1.- Invocación al Espíritu Santo para que sea ÉL quien ore
en nosotros: Ven Espíritu Santo…
2.- Acto Penitencial: Pedimos perdón al Señor, antes de
escuchar su Palabra, de todo lo que nos ha impedido orar durante esta semana.
Perdón Señor….
3.- Oración colecta: Dios
de misericordia infinita, que reanimas la fe de tu pueblo con el retorno anual
de las fiestas pascuales; acrecienta en nosotros los dones de tu gracia, para
que comprendamos mejor la inestimable riqueza del bautismo que nos ha
purificado, del Espíritu que nos ha hecho renacer y de la sangre que nos ha
redimido. Por nuestro Señor.
4.- Lectio divina:
a.- ¿Qué dice el texto? Leemos el Evangelio del próximo
domingo.
- “Al atardecer de aquel día,… se presentó Jesús en medio
de ellos y les dijo: La paz con vosotros” (Jn.20, 19s).
El
evangelio nos presenta a Jesús en medio de sus discípulos el día de la
resurrección por la tarde, en un ambiente cerrado, como el día de la despedida.
Es quizás la más importante de las apariciones del Resucitado a los Doce; es
también mencionada por Pablo (cfr. 1Cor.15,5). Por dos veces les da la paz: “Se
presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Dicho esto,
les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.
Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros”
(vv.19.21); tercera la dará
cuando esté presente Tomás (v. 26). Este es más que un saludo en la mentalidad
de Juan evangelista, es la impronta de su evangelio. Les muestra sus manos y el
costado, es decir, que la resurrección, supone la cruz. Cruz y resurrección,
desde ahora deben ir siempre unidas en el Señor, pero también en sus
discípulos. Su presencia, provoca la alegría de éstos, alegría que ya les había
presagiado (cfr. Jn. 16, 20-22). Conocemos también estas palabras: “Como el
Padre me envió así os envío yo” (v. 21), esta sentencia pertenece al patrimonio
del evangelio de Juan, puesto lo hemos escuchado con frecuencia en las labios
de Jesús, sobre todo en los discursos de
despedida (cfr. Jn. 14-16), y que ahora adquieren un sentido nuevo. “Dicho
esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les
quedan retenidos.» (vv. 22-23). Es la primera experiencia del Espíritu que
conoció la Iglesia y que en los Hechos es el protagonista de la evangelización
que llevan a cabo los apóstoles. El soplo de Jesús sobre los apóstoles, es de
vida nueva, es la nueva humanidad nacida del misterio pascual de Cristo (cfr.
Gen.2,7; Ez.37,7-14), una nueva creación. Pero para que la nazca la vida debe
desaparecer la muerte. El don del Espíritu Santo se comunica como poder contra
el pecado; este es el poder que el Resucitado comunicó a los Doce y a sus
sucesores. Poder que perdona o retiene los pecados, según las disposiciones
interiores del pecador, autoridad que viene de Jesús. Perdonar los pecados y el retenerlos, viene
del poder de atar y desatar, tercer don del Resucitado para su conversión, el
primero es la paz y el segundo del Espíritu Santo. Con ello Jesús Resucitado,
constituye a los apóstoles en jueces de la sociedad, porque han recibido el
Espíritu de la Verdad, saber discernir en
comunidad eclesial la realidad que los circunda. La resurrección es una
verdad sobrenatural, no extraña que no todos estén convencidos de ella, algunos
dudaron (cfr. Mt. 21,17).
- “Luego dice a Tomás: Acerca aquí tu dedo y mira mis
manos…no seas incrédulo sino creyente” (Jn.20, 27s).
Tomás
se convierte en modelo de incredulidad y de fe, exige pruebas para creer, pero
su confesión es quizás una de las más confiadas y realistas: “Señor mío y Dios
mío” (v.28). Esta es la verdadera confesión de fe del creyente, nosotros la
decimos y no exigimos más pruebas, por ellos Jesús nos declara bienaventurados
(v. 29). Todos los signo realizados por Jesús nos deben llevar a la fe,
descubrir en Jesús al Mesías, al Hijo de Dios, estar en ÉL y vivir de cara al
Padre, es ya poseer la vida eterna.
b.- Meditación. ¿Qué
me dice? ¿Qué palabra o hecho de este
evangelio me habla al corazón? Escoge tu texto o versículo y da razón de tu
elección.
- “La
paz con vosotros” (v.19). Que hay paz entre Dios y el hombre, porque Jesús
derribo el muro que nos separaba con su misterio pascual.
- “Recibid el Espíritu Santo…” (v.21). Me da su
Espíritu para no sólo perdonar mis pecados sino para mantener la comunión con
ÉL.
- Otros testimonios…
c.- Oración. ¿Qué le digo al Señor Jesús a propósito de
este texto? Escoge una palabra con la que inicias tu oración personal.
-
“Hemos visto al Señor” (v.24). Quiero verte Señor cada día, buscar tu Rostro de
Resucitado y así tener fe en la vida que me das y quiero tener. Te lo pido
Señor.
-
“Señor mí y Dios mío” (v.28). Esa misma fe humilde y confiada pido para mí
Señor Jesús Crucificado y Resucitado.
- Otras oraciones…
d.- Contemplación y acción. ¿A qué me compromete este
evangelio?
- Ser
testigo del Resucitado, comunicando vida al prójimo.
5.- Relectura bíblica que hace S. Teresa de Jesús de este
pasaje evangélico: Santa Teresa de Jesús, posee la experiencia de Jesús resucitado,
que transformó su vida en clave mística. “Su
Majestad nos ha de meter y entrar él en el centro de nuestra alma; y, para
mostrar sus maravillas mejor, no quiere que tengamos en ésta más parte de la
voluntad que del todo se le ha rendido, ni que se le abra la puerta de las
potencias y sentidos, que todos están dormidos; sino entrar en el centro del
alma sin ninguna, como entró a sus discípulos, cuando dijo: pax vobis (Jn
20,19), y salió del sepulcro sin levantar la piedra. Adelante veréis cómo Su
Majestad quiere que le goce el alma en su mismo centro, aún más que aquí mucho
en la postrera morada. ¡Oh hijas, qué mucho veremos si no queremos ver más de
nuestra bajeza y miseria, y entender que no somos dignas de ser siervas de un
Señor tan grande, que no podemos alcanzar sus maravillas! ¡Sea por siempre
alabado, amén!” (5M 1,12-13).
6.- Alabanza y Adoración. Te alabamos Señor.
- Te
alabo Padre, por resucitar a tu Hijo y darnos salvación. Te alabamos Padre.
- Te
alabamos Padre, por darnos tu Espíritu que nos comunica y santifica con tu
inmenso amor. Te alabamos Señor.
- Te
alabamos Padre por perdonarnos nuestros pecados. Te alabamos Señor.
- Otras alabanzas…
7.- Preces: Te lo pedimos Señor.
- Te
pedimos Padre por toda la Iglesia, el Papa, los cristianos perseguidos, para
que la Pascua les traiga paz y alegría. Te lo pedimos Señor.
-Te
pedimos Padre por todos los enfermos, los encarcelados, los sin trabajo, para
que la Pascua les traiga la esperanza de mejorar sus condiciones de vida. Te lo
pedimos Señor.
- Por
nuestro país Padre, para que esta Pascua renueve las confianzas entre nosotros;
en las instituciones públicas, llámese Iglesia, partidos políticos, los que las
representan, en la familia, etc. Te lo pedimos Señor.
- Otras preces…
8.- Padre Nuestro
9.- Abrazo de la paz
10.- Bendición final.
San Juan de la Cruz enseña: “Buscad leyendo y hallaréis
meditando; llamad orando y abriros contemplando”.
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