COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran
Buenos Aires)
Segundo de Pascua – Domingo de la
Misericordia
Evangelio según San Juan 20,19-31
Al atardecer
del primer día de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se
encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en
medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Mientras decía
esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría
cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con
ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes". Al
decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo. Los
pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a
los que ustedes se los retengan". Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre
el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le
dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". El les
respondió: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el
dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré".Ocho días más tarde, estaban de nuevo los
discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció
Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo:
"¡La paz esté con ustedes!". Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu
dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante
no seas incrédulo, sino hombre de fe".Tomas
respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". Jesús le dijo: "Ahora
crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!".
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no
se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes
crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su
Nombre.
¡VIVAMOS COMO RESUCITADOS, NO COMO
DERROTADOS!
Podemos
pensar algunas cosas que son fundamentales: primero, después que Jesús fue
crucificado, muerto y colocado en la tumba vacía, los apóstoles, sus
discípulos, se reunían pero estaban encerrados y tenían miedo por causa de la
persecución de los judíos, porque estaban comprometidos con Jesús que era uno
de ellos. Y el miedo, el miedo a salir, a ser encontrados, a correr el riesgo;
el miedo que está muy presente en nuestra vida, el miedo a ser bueno, a ser
cristiano, a vivir diferente a los demás.
Recuerdo que
San Juan Pablo II, en una exhortación a Europa, les decía "perdonen,
ustedes son agnósticos, pero tengo que darles una noticia ¿saben una cosa?,
¡soy creyente!" y pareciera que hay que pedir permiso para ser creyente.
Fijémonos: en la marcha de la defensa de la vida fue mucha gente y los medios,
no sé por qué motivos, mucho no lo difundieron; ciertamente era domingo, pero
cuando hay interés hay programación.
En este hecho
que narra el Evangelio, Jesús no es un fantasma, Jesús es de carne y hueso
transformados, allí los discípulos lo vieron y luego, en la segunda semana,
Jesús le dice a Tomas que lo toque para que vea y crea; es así que la fe toca y
cuando uno tiene fe lo toca al Señor y le responde con fe.
Vivamos una
vida resucitada. El Señor está presente, acompaña, está al lado de uno, está en
uno y camina con uno. No tengamos miedo. La libertad es un don, una gracia,
pero también el ejercicio de lograrlo es una conquista. ¡Vivamos como
resucitados, no como derrotados!
Que Dios,
rico en misericordia, tenga misericordia de cada uno de nosotros.
Les dejo mi
bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén