«LA PASCUA Y LOS JÓVENES»
Carta de
monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas,
para el 2º Domingo de Pascua
[08 de abril de
2018]
Durante
varias semanas estaremos celebrando el tiempo pascual. Es un tiempo para
animarnos en la esperanza, porque Cristo resucitó y la vida triunfó sobre la
muerte. Esta es la experiencia gozosa de los Apóstoles que nos presenta el
Evangelio de este domingo (Jn. 20,19-31). Ellos
estaban reunidos en un lugar de Jerusalén y llenos de temor. No era para menos,
habían matado a quien ellos seguían y no sabían qué podía pasarles. El texto
bíblico nos dice: «Jesús poniéndose en medio de ellos, les dijo ¡la paz esté
con ustedes!... Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes» (Jn. 20,19-20). Esta experiencia de fe era fundamental para
que los Apóstoles reciban el mandato de evangelizar
Quizá
nos venga bien repensar estos textos pascuales, para redescubrir cuál es el
aporte que nuestro tiempo necesita de los cristianos. Este encuentro pascual
fue fundamental para que los Apóstoles sobrelleven las dificultades de su
tiempo. Nosotros también necesitamos de esta experiencia de fe Pascual y de una
espiritualidad más profunda, para ser testigos en medio de tantos problemas y
desafíos en este inicio del siglo XXI.
Lamentablemente
es común escuchar situaciones gravísimas que expresan la violencia que se
experimenta sobre todo en ámbitos juveniles. Muertes y asesinatos, tanto a
nivel nacional, como provincial.
En
nuestro tiempo no analizamos las causas profundas de los problemas y por eso no
generamos las soluciones adecuadas. ¿Por qué se encuentran tantos cargamentos
de diversos tipos de droga y nunca nos enteramos quienes son los «capos» que
manipulan ese comercio mortal para nuestros jóvenes? ¿Hay miedos,
protecciones...? ¿Por qué nos escandalizamos de las crecientes crisis
familiares y después potenciamos todo tipo de películas y novelas, que
presentan como normal madres alcohólicas y prostituidas, parejas enredadas en
infidelidades y traiciones de todo tipo? Es más, si una familia se presenta
como fiel y con hijos, los mismos medios en vez de elogiarla la rotulan como
«conservadora» y «tradicionalista». ¿Qué poder protege y promueve el mercado
del alcoholismo y de la droga? ¿Qué poder protege y promueve el consumo de la
violencia y la crisis familiar? ¿Por qué esta hipocresía de escandalizarnos por
lo que pasa con la violencia juvenil y después avalar este poder consumista que
daña mortalmente a nuestros jóvenes? Es cierto que en la realidad se dan estas
situaciones, y queremos acompañarlas con misericordia y verdad, pero también se
dan de las otras, donde hay jóvenes responsables, que trabajan, que estudian,
que son sanos. Familias que luchan, con problemas, pero creen en el amor
comprometido, se alegran y construyen silenciosamente una cultura con valores.
Hay
muchas situaciones que podemos señalar que son buenas noticias de nuestros
jóvenes. El pasado viernes 6 fue ordenado diácono el seminarista Jorge Luis
Benchaski en la catedral, experimentando el llamado de Dios al sacerdocio y
respondiendo a su llamado de entregar la vida en bien de sus hermanos.
He
señalado muchas veces la necesidad de plantearnos qué imagen de hombre, o sea
de varón y mujer, queremos sustentar. En una visión materialista donde el
hombre no tiene capacidad de trascendencia, (los judeo-cristianos diríamos,
donde el hombre no tiene la dignidad de ser «imagen y semejanza de Dios») las
consecuencias serán el consumo indiscriminado tan promovido por el vigente
capitalismo salvaje y, por lo tanto, sus lógicas consecuencias de violencia y
corrupción.
Vuelvo
a la Pascua. Hoy especialmente necesitamos de Dios, de tener experiencia del
Cristo resucitado, de buscar una espiritualidad más profunda, que nos humanice.
No dudo que como se dio en el encuentro de Jesucristo resucitado con los
Apóstoles en el relato del Evangelio de San Juan de este domingo, su presencia
en nuestro encuentro personal, familiar y social nos aportará su saludo tan
significativo: ¡La paz esté con ustedes!
¡Un
saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons.
Juan Rubén Martínez, obispo
de Posadas.