DOMINGO IV DE PASCUA (B) (Juan, 10, 11-18)
“Yo soy el buen Pastor, que conozco a las
mías y las mías me conocen” |
- Especialmente bella es esta
Parábola en la que el Señor nos descubre su Amor en la figura del Buen Pastor: “Yo
soy el buen Pastor”. Un pastor:
- Amable
- Lleno de ternura
- Que vela
continuamente por su rebaño.
- Y que, además, es un guía seguro,
porque:
- Conoce bien
a sus ovejas, los buenos pastos y las limpias aguas.
- Y, sobre todo, porque es un
pastor que, ama tanto a sus ovejas, que está siempre dispuesto a defenderlas y
a dar la vida por ellas (Juan X- 11)
- Al presentársenos como
modelo la figura del Buen Pastor, pudiera dar la sensación de que esta Parábola
estuviera dirigida, exclusivamente, a los “pastores”, a los Sacerdotes que, por
el Orden Sacerdotal, estamos llamados a ejercer el Ministerio pastoral. Pero,
no es así.
- ¡De ninguna manera! ¡En esta Parábola hay “tela
cortada” para todos! En ella debemos sentirnos todos aludidos porque recoge
enseñanzas, tanto para las “ovejas” como
para los “pastores”. Todo el rebaño
de Cristo, “ovejas y pastores”, hemos
sido objeto de los múltiples cuidados amorosos del Buen Pastor que es Cristo. Me
atrevería a decir que nosotros, los que nos encontramos aquí, tenemos motivos
para pensar que hemos sido objeto de muy especiales cuidados del Buen Pastor, gracias
a los cuales, en estos momentos de tanta confusión, en los que comprobamos que:
- Muchos
son víctimas de “falsos pastores”.
- Tantos están desconcertados por la propia
situación de la Iglesia.
- Y tantos otros, no saben qué derroteros
tomar.
- El Señor, a nosotros, nos ha
salvaguardado, nos ha defendido de esos riesgos, de todos esos “lobos” contemporáneos que son, los sembradores
de errores doctrinales como el materialismo,
el hedonismo, el relativismo. Todas esas ideologías que nos invaden, y que son un
diabólico intento de suplantar a Dios y su Sabiduría Infinita, por esas locas elucubraciones
con las que algunos pretenden …, ¡jubilar a Dios de la vida! →
- Por estar nosotros lejos de
esa locura, debemos sentir un especial motivo de agradecimiento a Dios, y
podemos entonar, y hacer nuestras, aquellas bellas palabras de
“Yahvé es mi Pastor, nada me falta. Me
pone en verdes pastos y me lleva a frescas aguas. Recrea mi alma y me guía por
las rectas sendas, por amor a su nombre. Aunque haya de pasar por un valle
tenebroso, no temo mal alguno porque Tú estás conmigo, tu vara y tu cayado son
mi consuelo”
( Salmo XII,1-4 )
“Ovejas responsables”
- Para terminar, sería importante aclarar que, a
nadie nos gusta que nos digan que somos
rebaño. Por rebaño se suele entender, gente que no piensa, que no tiene
criterio y a la que se le puede manipular. Pero, ese concepto de rebaño cambia radicalmente cuando el Pastor de que
se trata es Cristo, el Hijo de Dios. Esta circunstancia hace que, dejarse
conducir y ser ovejas del rebaño de tan
inefable Pastor, ¡constituya un honor
para nosotros!
- Y,
además, como criaturas racionales, no somos un rebaño
de seres inertes, o de borregos ciegos. Somos criaturas de Dios dotadas de
inteligencia, voluntad y libertad para seguir o no, los silbidos amorosos del
Buen Pastor. Y, en este sentido, lo más seguro y lo más sensato es, ¡dejarnos
conducir por tal Pastor!
- Constituye esto en nosotros,
una responsabilidad personal que nos ha de llevar a, estar siempre atentos a
esas voces sonoras de Dios, a esos silbidos amorosos que El nos hace y ha dejado
en su Iglesia: “El que a vosotros
escucha a mi me escucha”, para garantizar ser bien conducidos y que
podamos llegar a la meta de felicidad a
Guillermo Soto