DOMINGO 4º.PASCUA, Ciclo B
Un pastor a la medida de los hombres
La vida del pastor nunca fue fácil, conducir un
rebaño de ovejas rebeldes nunca fue agradable. Conducirlas por caminos y breñas
agrestes, por polvorientos caminos que cegaban los ojos o conducirles en medio de la nieve no fue muy
agradable. Batallar con la soledad y el abandono de otros hombres era de
considerarse. Y luego, el olor a ovejas, era lo que distinguía al pastor y lo
aislaba de otros hombres. Pero la figura del pastor siempre fue atrayente, y
Cristo la tomó para sí, comparándose no con cualquier pastor, sino siendo él el
BUEN PASTOR, el que defiende a toda costa, aún a costa de su vida, la vida de
las ovejas que se le han confiado, defendiéndolas de lobos feroces que existen
siempre cerca de las ovejas. Muchos de los hombres hoy si queremos hablarles de
Cristo como pastor, arriscarían la nariz y se mostrarían tremendamente
indiferentes, sin embargo, viendo en detalle la vida de Cristo, nos convencerá
de dejarnos guiar por Cristo, acogiéndonos a su gracia y a su amistad.
Veamos en detalle, Cristo es pastor que guía y
protege del mal, siempre habló con la verdad aunque eso le acarreará males e
incluso la propia muerte al final de su vida, pero tenía un empeño, amar a
todos los hombres, no excluir a nadie de su corazón y entregarlos a todos
completos, los que se confiararan a él, al Padre que
lo había enviado al mundo. Si no se llama a esto entrega, y fidelidad y amor
desinteresado, no se a qué se le pueda llamar así.
Cristo conoce a sus ovejas y éstas le conocen a
él. Entre ambos se establece una relación muy estrecha, él no fundó una
sociedad “anónima”, sino una familia donde todos tengan cabida, donde todos
sean conocidos y todos sean amados. Esa tiene que ser la característica de la
Iglesia del futuro, la que se muestra madre solícita aún de los más
desprotegidos de los hombres, de los que más sufren, los que viven en la
marginalización por el abandono de
otros hombres.
Como buen pastor,
Cristo no rehúsa tocar las
heridas y las llagas purulentas de las ovejas heridas en el camino o tocadas
por la enfermedad. Los hospitales de la Iglesia para gentes que contrajeron el
SIDA, son bien conocidos y apreciados, el cuidado por los indocumentados y
gente que ha tenido que huir de su propia patria, han sido predilectos de la
Iglesia de hoy, y el detalle del cuidado por mujeres maltratadas y golpeadas
por la vida, tienen que ser hoy, predilectas en el rebaño de Cristo.
El perfume de Cristo es hoy el de las ovejas y su
distintivo es precisamente ese, identificarse con aquellos a los que fue
enviado por el Padre misericordioso. Habría que ver con que dignidad trataba
Cristo a la mujer, en una sociedad en la que ellas eran consideradas poco menos
que un mueble, propias para tener hijos y nada más. Considerar la compasión de
Jesús por los pobres, por los que no tienen que llevar a la boca, multiplicando
amorosamente el gesto amoroso de un joven que quiso ofrecer sus panes y sus
pescados. Y qué decir del cuidado de Cristo por los enfermos, los leprosos,
ciegos y los cojos. Páginas enteras de los
evangelistas para presentarnos a Cristo cerca de los que sufren.
Ese cuidado de Cristo por los hombres se ejerce
principalmente en la administración de los sacramentos en la Iglesia. Cuando
ella confiere el bautismo al recién nacido, para hacerlo hijo de Dios,
marcándolo para siempre con el sello de su amistad, de su gracia. lo marca también con
la fuerza de su Espíritu. El cuidado de
Cristo se manifiesta de la Eucaristía que le permite alimentar a los hombres no
de cualquier manera, sino con su propio Cuerpo y su propia Sangre, que él
entregó una sola vez en lo alto de la Cruz. Así manifiesta Cristo su amor a los
necesitados, alimentando a los hambrientos y a los que viven abrasados por la
sed.
Pero si Cristo se manifiesta amoroso y
misericordioso, es cuando da a sus sacerdotes la potestad de perdonar los
pecados y ha habido sacerdotes que han entregado su vida, consagrándose al
cuidado de los enfermeros en el sacramento de la reconciliación. Ahí tenemos a
San Pio de Pietrelcina que pasaba diez o doce o
catorce horas diarias en el confesionario. ¿No se llama eso entrega y
fidelidad?
Finalmente debo señalar que el
cuidado de Cristo quiere extenderse a los corderitos, a los recién
nacidos, a los jóvenes, afortunadamente el Papa que siempre está pendiente de
ellos, ha decretado el año de los jóvenes y el próximo sínodo de Obispos en Roma, tendrá como objetivo,
reflexionar sobre la importancia y el papel de los jóvenes en el mundo. Esos
jóvenes a los que el mundo ha metido en ese túnel oscuro putrefacto y maloliente de las drogas Al final, se impone una pregunta. ¿Cristo es
digno de nuestra amistad y podremos confiarnos a él como el auténtico BUEN
PASTOR de nuestras almas?
El Padre Alberto Ramírez espera sus comentarios en alberami@prodigy.net.mx