COMPARTIENDO
EL EVANGELIO
Reflexiones
de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas
por radios de Capital y Gran Buenos Aires)
Cuarto
de Pascua, Ciclo B – DOMINGO DEL BUEN PASTOR:
Sabemos que Dios sigue
llamando a la comunidad y a la Iglesia, a todas nuestras familias, a jóvenes
para que lo puedan seguir en la vida sacerdotal, en la vida religiosa y en la
vida de consagración especial. Tengamos en cuenta el Sínodo que se va a
realizar en octubre, en Roma, sobre la “atenta escucha, el discernimiento, el
vivir el Evangelio ante la llamada que Dios nos hace a cada uno de nosotros”
Evangelio según San Juan
10,11-18.
Dijo
Jesús: “Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El
asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas,
cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las
dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen
Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me
conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además,
otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas
oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama
porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por
mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que
recibí de mi Padre".
SEGUIR
HASTA EL FINAL
¡Qué estupendas son las
palabras de Jesús en el Evangelio! Cómo tenemos que pensar que Él es el Buen
Pastor, que viene a dar la vida por nosotros y la da en serio!,
porque hay asalariados que son por intereses egoístas, individualistas, por
poder, por dinero, por fama o por tantas otras cosas. El asalariado ocupa un
lugar temporalmente por otros intereses.
La diferencia que hay
entre el pastor y el que no es pastor es notable. Por eso es importante que,
cuando uno recibe el llamado de Dios -si es llamado de Dios y es vocación- hay
que seguirlo hasta el final pese lo que pese, cueste lo que cueste, con las dificultades
que haya y de tantas maneras. Uno no tiene que abandonar, sino quedarse en el
Señor. El ejemplo y la fuerza que Cristo tiene, es la unión profunda que tiene
con el Padre. Es Ahí donde está la relación profunda con el Espíritu Santo.
Que el Señor nos de esa
capacidad de saber que nuestra vida es importante en el sentido que uno se
comprometa, se integre, se responsabilice, se dé, que uno ame. Es así que,
muchas veces cuando uno ama sufre. Pero que siga amando y no deje de amar. Si
uno se entrega, que se siga entregando, aunque te reconozcan o no. Siempre el
criterio no está en los resultados ni en la respuesta de los otros, está en la
propia conciencia y en querer hacer la voluntad de Dios.
Este mandato también lo
recibimos nosotros: que seamos buenos pastores y que tengamos en cuenta la
conciencia y Dios. Que podamos, que sigamos y queramos seguir dando la vida
hasta el final, hasta que la vela se apague.
Les dejo mi bendición:
en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén