DOMINGO V DE PASCUA   (Juan 15, 1- 8) 

“Yo soy la vid y vosotros los sarmientos…, sin Mi no podéis hacer nada”

 

SUBLIMIDAD DE LAS PARÁBOLAS.

- La sublimidad de las enseñanzas de Cristo no está sólo, en los misterios insondables que nos desvela, sino también, en esa peculiar  manera suya de saber poner al alcance de la gente más sencilla, los más grandes misterios.

 

- ¡Qué difícil nos habría resultado a nosotros transmitir, a aquella buena gente que le escuchaba, ¡nada más, ni menos! que,  la sobrenatural realidad de la Iglesia! Porque la Iglesia no es una simple organización que cumple unos objetivos como cualquier sociedad humana. Es, ¡un misterioso organismo vivo capaz de transmitirnos una vida sobrenatural, por la que, Cristo nos hace partícipes de su Vida divina y nos hace hijos de Dios! 

 

- Cristo, sirviéndose de la vid, una imagen tan familiar para ellos, pone al alcance de aquellas rudas personas, esta realidad sobrenatural ¿Se inspiraría San Pablo en esta alegoría para su versión alegórica del Cuerpo Místico?

 

ALEGORÍA Y COMPROMISO.

- Pero, la Parábola de la vid no se limita sólo a desvelarnos una realidad estructural y teórica de la Iglesia. A través de esta imagen, Cristo nos está transmitiendo sublimes enseñanzas muy exigentes y comprometedoras.

- Mediante esta alegoría, Jesús nos está enseñando que, porque El es la Vid y nosotros, (los incorporados a El por el Bautismo), los sarmientos, de esa unión vital con El, dependen los auténticos frutos que espera de los suyos.

        

  “Yo soy la vid y vosotros los sarmientos; el que permanece en mi y yo en el, ese da fruto abundante; porque sin mi, no podéis hacer nada

 

-   Y es que, esta unión con El, a la que Cristo se refiere, no es una unión cualquiera. Se trata, como decimos, de una  unión vital. ¡Como la que hay entre los sarmientos y la vid! Sin esta especial unión con Cristo, (de ahí la importancia de vivir en Gracia) nuestras obras, aunque sean buenas, carecen de ese valor sobrenatural que nos hace merecedores de la Vida eterna.

- Es por lo que Cristo, después de exponernos la Parábola, añade: “…así seréis discípulos míos”. De esa unión vital con El depende…,¡Ser o no ser!

 

   ¡Ya veis lo rica y comprometedora que es esta hermosa alegoría de la vid!

                                                                                                     Guillermo Soto