FIESTA
DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN
DÍA 9 DE NOVIEMBRE
La Basílica de
Letrán, madre y cabeza de todas las iglesias, es la catedral de Roma, donde su
obispo –el Papa- tiene su cátedra. Esta basílica fue
la primera en ser construida después del edicto del emperador Constantino. El
Papa Silvestre celebró la dedicación de la basílica hacia el año 324, y el
templo fue consagrado al Santísimo Salvador. Después del siglo VI se le
añadieron los nombres de san Juan Bautista y san Juan Evangelista. La fiesta de
hoy al principio sólo se celebraba en la ciudad de Roma; después, a partir de 1565,
se extendió a todas las Iglesias de rito romano, como expresión de
unidad con el obispo de Roma, cabeza de toda la Iglesia. En sus naves se han
celebrado cinco concilios ecuménicos.
Con esta fiesta se quiere expresar el amor y la veneración a la Iglesia de
Roma, que, como afirma san Ignacio de Antioquía, "preside en la
caridad" a toda la comunión católica. La fiesta de hoy nos lleva a
reflexionar sobre nuestra comunión con el obispo de Roma, que es el Papa, y
sobre el significado del templo para el cristiano: el
templo material es símbolo de la comunidad viva, que es la Iglesia, a la que los apóstoles Pedro y Pablo consideraban
como "edificio espiritual", construido por Dios con las "piedras
vivas" que somos los cristianos, sobre el fundamento, la piedra angular
que es Cristo.
Vicario de Cristo
y Pastor supremo de la Iglesia universal, el Papa es el principio y fundamento
de la unidad del pueblo de Dios, pastores y fieles. Cabeza de la Iglesia, es
padre y maestro supremo de todos los fieles. Es nuestro guía en la fe,
infalible (no puede equivocarse) cuando enseña verdades de fe y costumbres. Por
eso, hemos de ofrecer a sus enseñanzas la obediencia de la fe. De aquí la
importancia de la cátedra del obispo de Roma en la Basílica de Letrán. El Papa
Francisco, elegido Sumo Pontífice el día 13 de marzo de 2013, tomaba posesión
de la Cátedra del Obispo de Roma el día 7 de abril siguiente.
Benedicto XVI,
elegido el 19 de abril de 2005, tomaba posesión de su cátedra en la Basílica de
Letrán el 7 de mayo. En su homilía explicaba el significado de la Cátedra del
Obispo de Roma en San Juan de Letrán. “El Obispo de Roma se sienta en su
cátedra para dar testimonio de Cristo. Así, la cátedra es el símbolo de la potestas docendi,
la potestad de enseñar, parte esencial del mandato de atar y desatar conferido
por el Señor a Pedro y, después de él, a los Doce”. La cátedra –seguía diciendo
el Papa- es “símbolo de la potestad de enseñanza”. San Ignacio de Antioquía, en
su carta a los Romanos se refiere a la Iglesia de Roma como a "aquella que
preside en el amor", expresión muy significativa. Explica Benedicto XVI:
“Presidir en la doctrina y presidir en el amor deben ser una sola
cosa: toda la doctrina de la Iglesia, en resumidas cuentas, conduce al
amor”.
Para el cristiano
el templo tiene un significado que va más allá del edificio material. Cristo,
Dios hecho hombre –hablaba del templo de su cuerpo- es el verdadero templo de
Dios (Evangelio). Él es el cimiento, la piedra angular (segunda lectura). Es el
sacramento del encuentro del hombre con Dios.
La casa de Dios
somos nosotros (San Agustín), el templo vivo y verdadero de Dios (San Cesáreo
de Arlés), que va creciendo con los dones del Espíritu Santo (oración colecta).
Somos morada de Dios por el Espíritu, edificados sobre el cimiento de los
apóstoles, sobre la piedra angular, que es Cristo (Ef
2, 19-22). Somos templos de un Dios que habita y camina con nosotros (2 Co
6,16) allá donde nos lleve la vida. Templos de un Dios que mora y acampa con
nosotros (Ap 21, 2-3.22.27). Así la Iglesia somos
signo de la Jerusalén –el templo- del cielo, donde Dios lo será todo en todos.
Signo resplandeciente por la santidad de vida, con la ayuda de la gracia
(prefacio). Terminamos recordando a San Agustín: “Cuando recordemos la
consagración de un templo, pensemos en aquello que dijo San Pablo: “cada uno de
nosotros somos un templo del Espíritu Santo”. Ojala conservemos nuestra alma
bella y limpia como le agrada a Dio que sean sus
templos santos”.
Mariano Esteban Caro