DOMINGO VI TIEMPO PASCUAL -  CICLO B

EL PARTO MAS DOLOROSO ES LA INCLUSIÓN

 

Cornelio era un centurión de la armada de ocupación Romana. Cornelio y Pedro estaban en orillas muy distantes. Pedro era un judío creyente convertido en discípulo de Jesús. y Cornelio es un ocupante, tan sencillo de corazón que cuando Pedro llegó a su casa se postró para venerarlo. Pedro había sido preparado para este encuentro con una visión de muchos animales considerados impuros y alguien que le decía: “mata y come” porque sólo Dios puede decidir lo puro y lo impuro. A la tercera vez de la visión llegan los enviados por Cornelio a pedir el don del Espíritu Santo para los gentiles. Entonces Pedro comprendió que el sueño de los animales estaba orientado al fin de las barreras entre judíos y gentiles imposibilitando la acción del Espíritu quien comenzó a actuar en ese momento.

El parto más doloroso que ha tenido la Iglesia consistió en que su descendencia no fuera sólo en la carne (judaísmo) sino en el Espíritu Santo (Iglesia). Ese sigue siendo el parto más penoso de la Iglesia, ser incluyente; darles a todos, la mano y decirles levántense porque somos seres humanos como ustedes. Esta acción que tiene perfiles de resurrección continúa la tradición del lavatorio de los pies. Ni siquiera servir puede constituir a alguien superior a otro.

“VOSOTROS SOIS MIS AMIGOS”.

El evangelio es una propuesta para que el amor de Dios inspirado por el Espíritu Santo esté presente en nuestra vida como puente para amar y servir a los hermanos. No es solo para que amemos a Dios sino, sobre todo, para amarnos entre nosotros.

El evangelio es una propuesta para que este amor sea el inspirador de la vida; el amor del Padre no es tanto para que lo amemos a Él sino para que nos amemos entre nosotros. Lo que el Padre quiere es que ningún hombre, sobre todo los más necesitados de afecto, se queden sin el amor de Dios que pasa por los hermanos. Ya el conocimiento de Dios en Jesucristo no pasa sólo a través de la enseñanza doctrinal sino por la comunión de vida “Vosotros sois mis amigos” (evangelio).

La sintonía con Jesús creada por el compromiso en favor del hombre, establece la colaboración activa de Jesús con los suyos. La comunidad, formada por los amigos de Jesús es el cuerpo de Jesús donde son visibles los signos del amor como experiencia de Dios al servicio de los demás. Solamente la entrega a los demás puede dar la certeza de ser objeto del amor de Dios.

ADEMÁS DE PAZ, ALEGRÍA.

Aquí aparece por vez primera el tema de la ALEGRÍA. “Les he dicho esto para que mi alegría esté en vosotros y su alegría sea plena” (Evangelio)

Jesús comparte con los discípulos la propia alegría, la que procede del fruto de su muerte y experiencia de resurrección compartida desde la comunidad hasta los que han perdido la paz y la alegría

ES MEJOR SER AMIGOS QUE SIERVOS.

La diferencia entre el siervo y el amigo tiene que ver con la confianza.Entre muchas otras, todos distinguimos la amistad por tres razones: la confianza plena, la prontitud en servir y la cercanía en las “malas”; a su vez es origen de acción de gracias y deja el espíritu dispuesto a servir cuando y donde a uno lo requieran los amigos. Nuestra conciencia de amigos es la fuente de la acción de gracias, no faltaba más… Así es como Jesús piensa que la sociedad pueda ir cambiando con frutos que por la amistad perduren. Jesús une la alegría y la posibilidad de mantenerse en paz y alegría al hecho de sentirse amado por Dios y a la capacidad de amarnos entre nosotros mismos “Os he dicho esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea plena”. “Nadie tiene amor más grande a sus amigos, que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre” (evangelio)

El mundo actual también sabe dar muestras de amistad a los que se ponen de su parte por el egoísmo; pero al final de cuentas es el peor enemigo del hombre por lo inhumano y contrario a la acción del Espíritu del Resucitado que trasforma el interior del hombre para hacerlo más humano y disponible a obrar el bien, menos costoso y engañoso pero alegre y durable para siempre.